Nunca es tarde (2015)

“Nunca es tarde” es un drama musical con toques de comedia que, a pesar de su premisa inicial aparentemente simple, logra construir una historia conmovedora y sorprendentemente reflexiva. La película, protagonizada por el inigualable Al Pacino, no busca reinventar la rueda del cine musical, pero sí ofrece una interpretación fresca y honesta del concepto de la redención a cualquier edad. Pacino entrega una actuación magistral, sabiendo equilibrar a la perfección la melancolía, el humor y la vulnerabilidad de Danny Collins, un hombre consumido por el pasado y atormentado por el arrepentimiento. Su mirada, llena de cicatrices, transmite la soledad de un hombre que ha perdido el rumbo y la necesidad imperiosa de reconectar con aquello que realmente importa.

La dirección de Frank Coraci se distingue por su estilo intimista y su capacidad para capturar la atmósfera de los años 70, no con una estética rebuscada, sino a través de la fotografía, la música y la ambientación. El sonido, en particular, juega un papel crucial, recreando la vibrante energía de la época dorada del rock y aportando una banda sonora que se integra a la perfección en la narrativa. Sin embargo, a veces la película se inclina demasiado hacia la nostalgia, perdiendo un poco de ritmo y volviéndose un tanto lenta, especialmente en la primera hora. La película no se aferra a glorificar el pasado, sino que lo presenta como un terreno minado de errores y oportunidades perdidas, lo cual genera una conexión genuina con el espectador.

El guion, adaptado de una historia real, se centra en la búsqueda de la conexión humana. La carta de John Lennon es la chispa que enciende la transformación de Danny Collins, pero la verdadera fuerza de la película reside en las relaciones que establece a lo largo del camino. La historia de Danny con su hija, Grace (Hannah Bos), es especialmente conmovedora y llena de matices, representando la dificultad de superar heridas emocionales y la importancia de la aceptación. La película también explora la complejidad de las relaciones familiares, abordando temas como el alcoholismo, el abandono y la necesidad de perdonarse a uno mismo. La introducción de nuevos personajes, como la joven y talentosa aspirante a cantante, Maya (Morgan Saylor), aporta una energía vital a la trama, aunque su arco argumental, aunque prometedor, no llega a desarrollarse plenamente.

En definitiva, “Nunca es tarde” es una película que invita a la reflexión sobre el tiempo, el arrepentimiento y la posibilidad de reinventarse a cualquier edad. No es un espectáculo grandilocuente, pero sí una experiencia emocionalmente resonante, en gran parte gracias a la actuación deslumbrante de Al Pacino y a su capacidad para transmitir la complejidad de un hombre que busca, finalmente, encontrar su lugar en el mundo. La película no ofrece soluciones fáciles ni finales felices convencionales, sino que se contenta con mostrar la lucha y la perseverancia de un hombre que, contra todo pronóstico, decide seguir adelante. Es un triunfo del drama sobre la redención y la esperanza.

Nota: 7.5/10