Nunca es tarde para enamorarse (2008)

“Nunca es tarde para enamorarse” no es una explosión cinematográfica, ni un drama trascendental, pero sí una pequeña joya de comedia romántica que, a su manera, logra conectar con el espectador gracias a su honestidad y a la química palpable entre sus protagonistas. Dirigida por Marc Lawrence, la película se sitúa en el cliché de la "otra oportunidad" y, sin embargo, lo aborda con un toque de realismo que le evita caer en melodramáticas repeticiones.

La historia, sencilla en su premisa, se centra en Harvey Shine, interpretado con un encanto sutil por Matthew McConaughey. El actor ofrece una actuación contenida, transmitiendo la angustia y la resignación de un hombre que ha perdido el rumbo profesional y personal. McConaughey evita las excentricidades habituales de su repertorio, mostrando un Harvey vulnerable, un hombre que se ha dado cuenta de que la vida no siempre sigue el plan que uno tiene, y que a veces, un error profesional puede ser una puerta de entrada a algo inesperado. La dirección, en general, es discreta, priorizando el desarrollo de la relación entre los personajes sobre la espectacularidad visual. Lawrence no busca efectos especiales o giros argumentales arriesgados, y eso, paradójicamente, le permite construir una historia creíble y conmovedora.

La química entre McConaughey y Parker Posey, quien interpreta a Kate, es, sin duda, el corazón de la película. Posey, como siempre, ofrece una interpretación llena de matices y un gran sentido del humor. Su personaje, Kate, es una mujer atrapada en una rutina existencial, lidiando con las expectativas familiares y la desilusión amorosa. La conexión entre Kate y Harvey se construye gradualmente, a través de conversaciones honestas y momentos de vulnerabilidad. La relación no es instantánea ni idealizada; se presenta como un proceso de descubrimiento mutuo, lleno de pequeñas frustraciones y grandes alegrías. La escritura, en general, es competente, aunque a veces se siente un tanto superficial, como si faltaran algunos detalles que hubieran enriquecido la profundidad de los personajes y sus motivaciones.

Sin embargo, no se puede negar que el guion se apoya en algunos clichés del género, especialmente en la representación del entorno londinense y en la descripción del trabajo de Kate. No obstante, la película consigue transmitir una sensación de esperanza y optimismo, sugiriendo que el amor puede encontrar su camino en los lugares más inesperados. La banda sonora, con canciones suaves y melancólicas, complementa la atmósfera íntima de la película, y contribuye a crear una experiencia cinematográfica agradable y relajante. "Nunca es tarde para enamorarse" no pretende cambiar la forma en que vemos el amor, pero sí nos recuerda que, a veces, todo lo que necesitamos es un empujón para volver a creer en él.

Nota: 7/10