O Doutrinador (2018)

“El Doutrinador” es una película que, a pesar de su previsible premisa, logra generar un inquietante y visceral thriller que obliga a reflexionar sobre la naturaleza de la justicia y los límites de la venganza. La dirección de la película, a cargo de José Padilha (conocido por su trabajo en “Tropa de Elite”), se distingue por un dinamismo frenético y una puesta en escena que se sumerge por completo en la oscuridad y la violencia. La filmación, con su uso constante de luces y sombras, evoca la angustia y la desesperación del protagonista, sumergiendo al espectador en un mundo donde la línea entre el bien y el mal se vuelve difusa. Padilha no rehúye de la violencia, sí, pero no la utiliza de forma gratuita; cada escena de acción está justificada narrativamente y contribuye a la construcción del personaje de Miguel.

La interpretación de Kiko Pissolato como Miguel es, sin duda, el corazón de la película. Pissolato logra transmitir con maestría el peso del trauma y la obsesión que consume a su personaje. Su mirada es fría, calculadora, a veces incluso vacía, y eso es precisamente lo que lo hace tan convincente. Aunque la película podría haber sido más sutil en la exploración de su psicología, la actuación de Pissolatol crea un personaje que permanece en la mente del espectador. La relación entre Miguel y Tainá Medina, interpretada por la talentosa actriz, ofrece un contrapunto necesario a la brutalidad de la trama. Medina aporta una voz de razón, un recordatorio de la humanidad que Miguel parece haber perdido. Su personaje no es solo una víctima, sino una fuerza que desafía la lógica retorcida de la venganza.

El guion, aunque se adhiere a ciertos clichés del género, presenta ideas interesantes y un tono provocador. La película no se limita a mostrar la violencia, sino que explora las consecuencias de la obsesión por la venganza. El tema de la corrupción política es tratado con crudeza y sin concesiones, mostrando cómo el sistema se alimenta de la ambición y la falta de ética. Sin embargo, el guion podría haber profundizado más en la justificación moral de las acciones de Miguel, dejando al espectador con una sensación ambivalente sobre si sus métodos son realmente justificados. A veces, la película se siente un poco apresurada en la presentación de la trama, acelerando algunos eventos que podrían haberse saboreado más. La película se atreve a cuestionar la moralidad en un contexto de extrema violencia, pero no siempre proporciona respuestas claras, dejando al espectador con un dilema ético palpable.

En definitiva, “El Doutrinador” es una película que, si bien no llega a ser una obra maestra, ofrece una experiencia cinematográfica intensa y memorable. La dirección, la actuación de Kiko Pissolato y el tema central de la venganza y la corrupción política la convierten en una película que vale la pena ver, aunque sea para reflexionar sobre los límites de la justicia y las consecuencias de nuestras acciones. Es una película que te frustra y te provoca, y eso, en cierto modo, es lo que la hace efectiva.

Nota: 7/10