Obsesión (2004)

“Obsesión” no es una película que deja una huella imborrable, pero sí que consigue generar una atmósfera de inquietud constante y una sensación palpable de incomodidad. Dirigida por Nicolás Gelpí, la cinta se adentra en la psicología de Matthew, un joven empleado de una tienda de segunda mano en Chicago, y su progresiva, y destructiva, obsesión por Lisa. La película, con su ambientación en el vibrante pero marginal Wicker Park, logra crear un espacio que se siente a la vez familiar y ligeramente amenazante, un microcosmos de la ciudad y, al mismo tiempo, un reflejo de la mente tormentosa de su protagonista.

La dirección de Gelpí es precisa y contemplativa. Evita el melodrama gratuito y opta por un ritmo pausado que permite al espectador sumergirse lentamente en la dinámica entre Matthew y Lisa. La cámara, en su mayoría observadora, no interfiere con el desarrollo de la relación, sino que simplemente captura los momentos clave: las miradas robadas en el escaparate, las conversaciones fugaces, las sonrisas fugaces. La iluminación, a menudo tenue y con tonos fríos, refuerza la sensación de claustrofobia y desasosiego. No se pretende una historia romántica convencional; en cambio, Gelpí explora la fragilidad de las emociones y las consecuencias devastadoras de la obsesión, convirtiendo la búsqueda de Lisa en una pieza de cine psicológico inquietante.

La actuación de Ben Mendelsohn como Matthew es, sin duda, el corazón de la película. Mendelsohn ofrece una interpretación magistral, transmitiendo con sutileza la evolución de su personaje. No recurre a exageraciones, sino que revela la vulnerabilidad y la desesperación que se esconden tras la fachada de un joven aparentemente normal. Su interpretación es convincente y aterradora a la vez. El resto del reparto cumple su cometido, pero el foco siempre se centra en la interpretación de Mendelsohn. La química entre Mendelsohn y, en las pocas apariciones que tiene, Roxane Araneda como Lisa, es palpable y añade otra capa de complejidad a la trama.

El guion, adaptado de la novela de Danielle Henderson, es notablemente efectivo en su planteamiento gradual. La película se construye a partir de detalles sutiles: un gesto, una mirada, una conversación. No hay grandes diálogos ni revelaciones repentinas, sino una acumulación de pistas que, al final, revelan la fragilidad de la relación y el aislamiento de Matthew. La historia se centra en el *cómo* de la obsesión, más que en el *por qué*, dejando al espectador con la sensación de que la raíz del problema reside en la propia mente de Matthew. La resolución, aunque no es un final feliz, es coherente con el tono general de la película y ofrece una reflexión sobre el peligro de dejarse llevar por las fantasías.

En definitiva, “Obsesión” no es un espectáculo visualmente impactante, pero sí una experiencia cinematográfica tensa y perturbadora. Es una película que se queda contigo, que te hace pensar en la naturaleza del amor, la obsesión y el aislamiento. Una recomendación para aquellos que aprecien el cine de autor que se centra en la exploración de la psicología humana.

Nota: 7.5/10