Of an Age (2023)

“Of an Age” no es una película que se consume, sino que se siente. La dirección de Max Marganello, joven y prometedor, se muestra con una sensibilidad especial, evadiendo cualquier pretensión grandilocuente y apostando por una intimidad brutal y una mirada a la adolescencia que resulta sorprendentemente potente. No hay drama espectacular ni cliffhangers emocionales. En cambio, Marganello se centra en la fotografía, en el sonido y, sobre todo, en la atmósfera, creando una experiencia visual y auditiva que se instala en la memoria con una persistencia casi hipnótica. El uso del color, con la paleta reminiscente de los 90, no es un mero efecto decorativo; se convierte en una banda sonora visual de la nostalgia y la confusión de la juventud.

La película se basa en un romance fugaz entre Niko (Rory Hayes), un joven bailarín de salón serbio que ha llegado a Omagh, Irlanda, y Caleb (Jeremie Rupp), un chico mayor de 19 años que pasa sus días en un café local. El encuentro es casi inevitable, impulsado por la soledad, el deseo y la necesidad de conexión. Hayes y Rupp ofrecen interpretaciones honestas y vulnerables, evitando cualquier artificio dramático. La química entre ellos es sutil pero palpable, transmitiendo una sensación de anhelo y de entendimiento silencioso. Las actuaciones se alejan de la representación convencional del romance juvenil, optando por un naturalismo que acentúa la fragilidad y la inexperiencia de ambos personajes. La belleza de la película reside en estos detalles, en estas miradas robadas y en las conversaciones inconclusas.

El guion, escrito por Marganello y David O’Doherty, es deliberadamente minimalista. La trama no se complica con flashbacks innecesarios o explicaciones rebuscadas. Se centra en el presente inmediato, en la experiencia sensorial y emocional de los personajes. Se introduce la historia de la familia de Caleb, su abuela viuda y su madre soltera, pero estas piezas del rompecabezas se integran de manera orgánica en la narrativa, aportando profundidad al universo emocional de Caleb y al contexto social en el que se desarrolla la historia. Sin embargo, la fuerza principal del guion radica en su capacidad para transmitir la complejidad de la adolescencia, el despertar sexual, la búsqueda de identidad y el choque entre lo familiar y lo desconocido. La película no juzga ni ofrece soluciones, sino que simplemente observa y documenta el proceso de descubrimiento.

“Of an Age” es una película que exige paciencia y una disposición a dejarse llevar por su ritmo pausado. No es una película para todos los gustos, pero aquellos que estén dispuestos a sumergirse en su atmósfera especial se encontrarán con una experiencia cinematográfica conmovedora y profundamente reflexiva. La película habla de la belleza del instante, de la importancia de las conexiones humanas, incluso las más breves, y de la necesidad de encontrar un lugar en el mundo. Es un canto a la juventud y a la belleza de lo simple. Un ejemplo brillante de cómo una historia aparentemente sencilla puede albergar un significado profundo.

Nota: 8/10