Oficial y Caballero (1982)

“Oficial y Caballero” (Official and Honorable) es una película que, a primera vista, parece un cliché del cine militar americano: un joven recién salido de la escuela secundaria, con una actitud desafiante e irreverente, se enfrenta a un sargento duro y un régimen estricto en la Escuela Naval de los Estados Unidos. Sin embargo, la película se eleva por encima de esta premisa estándar gracias a una dirección cuidadosa, actuaciones sólidas y un guion que, aunque sencillo, explora con cierta profundidad temas de responsabilidad, crecimiento personal y la búsqueda de la identidad. David McNair, el director, maneja el ritmo con maestría, equilibrando las escenas de entrenamiento riguroso con momentos de genuino afecto y humor. La película no se preocupa por glorificar la militaridad, sino por mostrar la dificultad de encajar en un entorno donde las normas y expectativas son implacables.

La película se beneficia enormemente de las actuaciones de sus protagonistas. Glen Powell, como Zack Mayo, es excepcionalmente convincente. Su interpretación no se reduce a un simple rebelde adolescente; Powell logra transmitir la vulnerabilidad, la inseguridad y la necesidad de aprobación que impulsan a Zack a intentar cambiar su comportamiento. Su química con Lila Moss, quien interpreta a Paula, es palpable. Moss aporta frescura y vitalidad al personaje, y su relación con Zack es la pieza central emocional de la película, ofreciendo una inesperada dosis de ternura. El sargento Foley, interpretado por Michael Peñalver, es un personaje memorable: un veterano endurecido por la guerra, pero que aún conserva una chispa de humanidad. Su relación con Zack no es puramente paternalista; hay un respeto mutuo que se desarrolla a lo largo de la historia, y Peñalver le da al sargento una complejidad que lo hace más que un simple antagonista. Se ve un desarrollo del personaje que es, en esencia, inesperado.

El guion, aunque a veces predecible, es efectivo en su construcción de la tensión y el humor. Las escenas de entrenamiento son intensas y realistas, y se presentan con un equilibrio entre el espectáculo y la humanización de los soldados en formación. Sin embargo, la película podría haberse beneficiado de un mayor riesgo narrativo. La premisa central – un joven rebelde que debe reformarse – es arquetípica, y algunos de los obstáculos que Zack enfrenta son algo simplificados. No obstante, el guion explora el conflicto interno de Zack de manera honesta, mostrando su lucha para encontrar su lugar en el mundo y su búsqueda de un propósito más allá de la simple obediencia. La película plantea preguntas interesantes sobre la autorregulación, la responsabilidad y el valor del compromiso, aunque sin ofrecer respuestas fáciles.

En definitiva, “Oficial y Caballero” es una película entretenida y agradable que, aunque no redefine el género, ofrece un entretenimiento sólido y algunas reflexiones interesantes. Es una película que funciona mejor cuando se le permite ser lo que es: una historia de transformación personal envuelta en el contexto de la formación militar. La película no busca ser profunda, pero logra generar una conexión emocional con sus personajes y con su mensaje subyacente.

Nota: 7/10