Oficina zombie (2018)

“Oficina zombie” no es una película que busca redefinir el género de terror o acción zombi, ni tampoco pretende ser una obra maestra cinematográfica. Es, en su lugar, una dosis pura y directa de entretenimiento, un ejercicio de locura coreografiada que, aunque con defectos evidentes, cumple su cometido de manera inesperadamente efectiva. La película se presenta como un comentario satírico y paranoico sobre la cultura corporativa moderna y la obsesión por el rendimiento, elementos que se ven amplificados a través del lente de una invasión zombi impulsada por una bebida energética.

La dirección de Greg Langner es pragmática y, en general, competentes. Logra mantener el ritmo a un nivel satisfactorio, evitando la letargia que a menudo aqueja a las películas de bajo presupuesto. Las secuencias de acción son trepidantes, coreografiadas con un gusto particular que recuerda a películas de acción de los 80, pero con un toque de humor negro que les da una personalidad distintiva. Sin embargo, a veces la puesta en escena carece de una profundidad visual mayor; la ambientación, aunque funcional, no logra explotar su potencial para generar una atmósfera realmente inquietante. Se siente como si se intentase equilibrar el presupuesto, priorizando la acción sobre la construcción de un entorno más amenazante.

La actuación de Mark Patton, que interpreta a Desmond, es un punto fuerte indiscutible. Patton, conocido por su papel como Freddy Krueger en la saga "Pesadilla en Elm Street", aportaba al personaje una vulnerabilidad y un toque de desesperación que le daban credibilidad. Su interpretación, junto con la de los otros actores secundarios, es sólida y, en muchos momentos, incluso entrañable. Sin embargo, algunas actuaciones, especialmente las de los personajes secundarios que se convierten en zombis, son un poco exageradas, llegando a un punto de caricaturización que resta fuerza al horror. El contraste entre el personaje de Desmond, en su desesperación, y la locura de sus compañeros es, sin embargo, bien manejado.

El guion, escrito por Langner y Sean Faughnan, presenta ideas interesantes, como la naturaleza de la bebida energética y su efecto en la psique humana. La premisa de una oficina transformada en un infierno zombi tiene un potencial para desarrollar una crítica social profunda, aunque la película se concentra más en el espectáculo. El desarrollo de la trama, aunque llena de giros inesperados, a veces se siente apresurado y carente de profundidad en algunos momentos. Los diálogos, en general, son funcionales, pero no especialmente memorables. La trama, en su esencia, es predecible, pero la ejecución, a través de la acción y el humor negro, hace que sea más entretenida de lo que podría parecer.

En definitiva, "Oficina zombie" es una película divertida y visceral, perfecta para una noche de cine en casa o una sesión de taquilla con amigos. No es una obra maestra, pero ofrece un espectáculo zombi bien coreografiado, con una dosis saludable de humor negro y una actuación destacada de Mark Patton. Si buscas algo diferente al cine de terror convencional, esta película podría sorprenderte.

Nota: 7/10