Ojos de fuego (2022)

“Ojos de fuego” (Eyes of Fire) es un thriller familiar que, aunque se ancla en un cliché del género de persecución, logra un impacto emocional considerable gracias a una dirección tenaz y un guion que, a pesar de sus momentos repetitivos, ofrece un núcleo de tensión sostenida. La película no se preocupa por reinventar la rueda, sino que se aferra a los elementos que la hacen efectiva: una familia en huidos, un enemigo implacable y una protagonista que lucha por su libertad y, en última instancia, por su propia humanidad.

La dirección de David Moreau y Xavier Palud es fundamental para el éxito de la película. Logran mantener la atmósfera de constante peligro y urgencia, utilizando planos cerrados y movimientos de cámara rápidos que transmiten el caos y la desesperación de la situación. La película se beneficia de un rodaje en exteriores, principalmente en escenarios nórdicos, que contribuye a la sensación de aislamiento y vulnerabilidad de los personajes. La iluminación juega un papel crucial, con contrastes marcados que enfatizan la oscuridad que rodea a la familia y la amenaza que representan. El ritmo es deliberado, pero no excesivamente lento; se permite que la tensión se acumule, culminando en momentos de intensa acción que son a la vez realistas y visualmente impactantes.

Las actuaciones son convincentes. No se trata de actuaciones grandilocuentes, sino de interpretaciones naturales que transmiten la angustia, el miedo y la determinación de los personajes. Alice Eve, como Vicky, ofrece una representación sólida como madre desesperada por proteger a su hija. Ethan Hawke, como Andy, transmite una mezcla de culpa, dolor y amor incondicional por Charlie. Pero es Léa Harisson, como Charlie, quien realmente brilla. Su interpretación es especialmente destacable: logra comunicar la confusión, el trauma y la creciente pérdida de control de su poder, al tiempo que refleja la valentía y la capacidad de resistencia de una joven que se enfrenta a circunstancias inimaginables. La evolución del personaje a lo largo de la película es palpable y emotiva.

El guion, sin embargo, es donde se muestran sus debilidades. A pesar de la sólida premisa, la historia cae en algunos clichés del género de persecución y, en ocasiones, la trama se vuelve un tanto repetitiva. La introducción de los agentes estadounidenses y la amenaza constante que representa son elementos que se han visto en otras películas del género, y aunque se intentan darle su propio sabor, a veces la sensación es de predecibilidad. Algunos diálogos se sienten forzados, con un intento evidente de añadir profundidad emocional que no siempre consigue conectar. No obstante, el desarrollo de la relación entre Charlie y su padre, Andy, es uno de los puntos fuertes de la película, ofreciendo momentos de genuino afecto y comprensión.

En definitiva, “Ojos de fuego” es un thriller familiar sólido y entretenido, que se beneficia de una dirección competente, actuaciones convincentes y un concepto original. Aunque no es una obra maestra cinematográfica, ofrece una experiencia visualmente atractiva y emocionalmente resonante, que permanecerá en la memoria del espectador.

Nota: 7/10