Olhos Azuis (2010)

“Olhos Azuis” no es una película que deje una huella imborrable, pero sí es una experiencia cinematográfica que, a pesar de su sencillez narrativa, plantea preguntas importantes y provoca una reflexión sobre la naturaleza del prejuicio, la culpa y la búsqueda de redención. La película, dirigida con un toque de melancolía por Rodrigo França, se centra en el descenso moral de Marshall, interpretado magistralmente por David Rasche. Rasche aporta una vulnerabilidad palpable al personaje, transmitiendo con sutileza la carga del remordimiento y la fragilidad de un hombre consumido por sus propios errores.

La historia se desarrolla de una manera deliberadamente lenta, permitiendo que el espectador se sumerja en la psicología de Marshall. Francia no recurre a clichés dramáticos; la película se basa en la observación, en la representación de los pequeños detalles que revelan la transformación del personaje. La atmósfera es densa, marcada por la humedad y el calor de Brasil, contrastando con la frialdad y la rigidez de la oficina de inmigración en Nueva York. El uso del color azul, a pesar de ser el título de la película ("Ojos Azules"), no es onírico ni simbólico, sino que refleja la tristeza, la melancolía y la soledad que definen el viaje de Marshall. La fotografía, en general, es cuidada y contribuye a la creación de un ambiente opresivo y de desesperación.

La actuación de Cristina Lago como Bia, la joven prostituta que guía a Marshall, es particularmente destacada. Bia no es una simple figura salvadora; es un personaje complejo, con sus propias heridas y sus propias motivaciones. Su relación con Marshall es construida con matices, evitando la simplificación y el sentimentalismo excesivo. El resto del reparto, incluyendo Irandhir Santos y Erica Gimpel, también cumple con creces, aportando vitalidad y credibilidad a la narrativa. Sin embargo, es la interpretación de Rasche la que realmente sostiene la película, ya que es quien se lleva la mayor parte del peso emocional de la historia.

El guion, aunque sencillo en su premisa, es notable por su honestidad. No intenta justificar a Marshall ni demonizarlo; simplemente muestra las consecuencias de sus actos y el difícil camino que emprende en busca de expiación. La película aborda temas delicados como la discriminación, la inmigración y la injusticia social, pero lo hace con una sensibilidad que evita caer en la moralina o en la propaganda. El ritmo pausado, en lugar de resultar tedioso, permite que el espectador se comprometa con la historia y con los personajes. La película es más un retrato de la condición humana – la búsqueda de redención, el arrepentimiento, la esperanza en la oscuridad – que una película con una trama compleja.

Nota: 7/10