‘Oliver Twist’ de Roman Polanski, lejos de ser una simple adaptación de la novela de Dickens, se erige como una distorsión inquietante y, a su manera, devastadora. Polanski, conocido por su meticuloso control de la cámara y su interés por la psicología de sus personajes, no se conforma con recontar la historia de un niño huérfano; más bien, disecciona la moralidad, la corrupción y la fragilidad humana en una Londres sórdida y peligrosísima. La película no rehuye la oscuridad inherente al relato original, profundizándola con una atmósfera opresiva y un tratamiento visual que refleja el desamparo y la desesperación de Oliver.
Las actuaciones son, en su mayoría, excelentes. Jude Law, en el papel de Oliver, consigue transmitir la inocencia y la vulnerabilidad del niño con una sutileza conmovedora. Su mirada, a menudo llena de angustia y confusión, captura perfectamente la lucha interna de un niño que, a pesar de su amabilidad, se ve arrastrado por la mala suerte. Jamie Brooks, como Fagin, ofrece una interpretación complejísima. No es el villano caricaturesco que se espera, sino un personaje ambiguo, un producto de su entorno, un hombre cínico y sin escrúpulos, pero también, en cierto modo, víctima de la sociedad. La química entre Law y Brooks es palpablemente magnética y contribuye significativamente al impacto emocional de la película.
La dirección de Polanski es, sin duda, el punto fuerte de la película. El uso de la cámara, a menudo colocado en ángulos bajos, obliga al espectador a mirar hacia arriba a los personajes, enfatizando su poder y control. El diseño de producción, igualmente impecable, recrea con notable fidelidad la Londres del siglo XIX, un laberinto de callejuelas y refugios miserables. La película se distingue por un ritmo pausado que permite una exploración profunda de la psicología de los personajes. Sin embargo, no siempre es fácil seguir la trama, y en ocasiones, la deliberada lentitud puede resultar frustrante. El guion, aunque fiel a la esencia del libro, no alcanza la densidad y la riqueza de las descripciones de Dickens. Se siente una cierta pérdida de detalle en la caracterización de los personajes secundarios, dejando algunos elementos del mundo de Oliver algo vagos.
A pesar de estos pequeños inconvenientes, ‘Oliver Twist’ de Polanski es una película perturbadora y memorable, que no se olvida fácilmente. Es una meditación sobre la pobreza, la explotación y la capacidad humana para la bondad y la maldad. No es una película fácil de ver, pero es una experiencia cinematográfica que invita a la reflexión y que, a largo plazo, dejará una impresión duradera. La película logra, en definitiva, transmitir la cruda realidad de una época y de una sociedad marcada por la desigualdad y la falta de oportunidades.
Nota: 8/10