On a Clear Day (2005)

“On a Clear Day” (A ciegas) es una película que, inicialmente, puede parecer un absurdo ejercicio de cine, una propuesta tan loca como para cuestionar la lógica y la razón. Sin embargo, tras una primera aparente torpeza, se revela como un retrato sutil y conmovedor de la crisis existencial, la desesperación y la búsqueda de sentido en la vida. La película, dirigida por Andrew Haigh, no ofrece soluciones fáciles ni caminos preestablecidos; simplemente presenta a Robert, interpretado magistralmente por Paul Mescal, en un momento de profunda desorientación. Su pérdida de empleo, un evento aparentemente banal, desencadena un proceso de autodestrucción que culmina en la decisión, casi irreal, de nadar a través del Canal de la Mancha.

La dirección de Haigh es firme pero evasiva. No intenta justificar la locura de Robert; más bien, nos sumerge en su estado mental, utilizando una paleta de colores apagados y paisajes desolados para reflejar su vacío interior. La película se centra casi por completo en la experiencia subjetiva de Robert, con largas tomas del protagonista en solitario, observando el paisaje y contemplando su propia angustia. Esta elección estilística, aunque a veces puede resultar monótona, contribuye a crear una atmósfera de tensión psicológica palpable. El ritmo es deliberadamente pausado, permitiendo que la desesperación de Robert se filtre lentamente en el espectador. La fotografía, con sus contrastes entre la luz brillante del sol y la sombra, es particularmente efectiva para representar el conflicto interno del protagonista.

La actuación de Paul Mescal es, sin duda, el corazón de la película. Su interpretación es increíblemente vulnerable y honesta. Mescal logra transmitir la desesperación, la confusión y el dolor de Robert con una sutileza impresionante. No recurre a gestos exagerados ni a momentos dramáticos grandilocuentes; en cambio, lo consigue a través de pequeños detalles, de una mirada perdida, de una expresión facial sutil. Su co-protagonista, Jenna Coleman, ofrece un retrato igualmente convincente de la mujer que, con paciencia y cariño, intenta conectar con Robert, aunque sin éxito inmediato. Su relación, aunque escasa en diálogos, se siente genuina y cargada de un anhelo silencioso.

El guion, escrito por Andrew Haigh y Thomas Mayo, es quizá el elemento más controvertido de la película. La historia, si bien original, puede parecer floja en su presentación inicial. Sin embargo, la película crece en intensidad a medida que avanza, y la decisión final de Robert se revela como una simbología poderosa sobre la necesidad de romper con el pasado, de enfrentar la propia mortalidad y de, aunque sea por un instante, encontrar un sentido a la vida. Es una decisión desesperada, sí, pero también un acto de libertad, un rechazo a la inercia y a la resignación. “On a Clear Day” no ofrece respuestas, pero sí plantea preguntas difíciles y profundas sobre la condición humana.

Nota: 7/10