Onegin (1999)

“Onegin” es una película que se adentra en la melancolía y la complejidad del amor, un universo de pasiones reprimidas y consecuencias devastadoras. Adaptada de la obra homónima de Piotr Ílich Chaikovski, la película de Anna Shcherbakova no solo recaba la esencia de la ópera rusa, sino que la expande con una sensibilidad visual y una interpretación del personaje principal que realmente la elevan por encima de una simple puesta en escena. La película se sitúa en la Rusia de principios del siglo XIX, un periodo de transformación social y marcada por un rígido decoro. El protagonista, Eugene Onegin, interpretado magistralmente por Pierre Niney, irradia un desengaño profundo, una frialdad que es tanto una máscara que proyecta al mundo como un reflejo de su propio vacío interior.

La dirección de Shcherbakova es elegante y, a veces, inquietantemente pausada. No se apresura en revelar los sentimientos de los personajes; en cambio, se permite que se desarrollen con la lentitud de un proceso natural, permitiendo al espectador sumergirse en la atmósfera opulenta y a la vez claustrofóbica de la aristocracia rusa. El uso de la luz y la sombra, en particular, es especialmente efectivo para subrayar la dualidad de Onegin, su exterior frío y su interior atormentado. La película evoca, sin duda, la grandiosidad de la ópera, pero sin caer en la pompa innecesaria. La cámara se deleita en los detalles, desde la seda de los vestidos hasta las arquitecturas imponentes de San Petersburgo, creando una experiencia visual rica y evocadora.

La interpretación de Pierre Niney como Onegin es, sin duda, el corazón de la película. Captura con precisión la arrogancia, la indiferencia y el evidente dolor subyacente del personaje. Su juego de miradas, su lenguaje corporal, todo contribuye a un retrato complejo y conmovedor. Asimismo, Evgeny Stavepil como Vladimir Lensky aporta una vitalidad y una pasión que contrastan perfectamente con la serenidad calculada de Onegin. El romance entre ambos es, en esencia, un choque de personalidades, una confrontación entre la juventud y la experiencia, la esperanza y el desencanto. El resto del elenco, incluyendo a Olga Kornetova como Tatiana, ofrece interpretaciones sólidas y convincentes, aunque algunas actuaciones sean menos destacadas.

El guion, adaptado de la libreta de anotaciones de Chaikovski, es inteligente en su decisión de no abordar todos los aspectos de la obra original. Se centra en la relación entre Onegin y Tatiana, explorando en profundidad las complejidades de sus sentimientos y las consecuencias de sus actos. La película omite algunos interludios musicales, priorizando la narrativa visual y el desarrollo de los personajes. Si bien esto puede decepcionar a los puristas de la ópera, permite a la película mantener un ritmo propio y ofrecer una interpretación fresca y actualizada de la historia. El resultado final es una película que, a pesar de su duración, mantiene al espectador enganchado gracias a su delicada belleza y su profundo análisis psicológico.

Nota: 8/10