Operación dragón gordo (2020)

“Operación Dragón Gordo” es una comedia negra con sabor a drama existencial, un ejercicio de humor que, a primera vista, podría parecer un mero pastizal estival. Sin embargo, tras la superficie de las situaciones disparatadas y el omnipresente acento en la obesidad del protagonista, se esconde una reflexión bastante interesante sobre la masculinidad, el arrepentimiento y el paso del tiempo. La película, dirigida con un estilo visual deliberadamente torpe y descarado por Asim Abboushi, no se toma a sí misma en serio y esa autoconciencia, lejos de ser una debilidad, se convierte en uno de sus mayores activos.

Daniel Radcliffe, en un papel que claramente le exige una interpretación física y emocional considerable, ofrece una actuación sorprendentemente sólida. Su personaje, Ben, es un policía en crisis, consumido por el remordimiento y la vergüenza tras la ruptura con su mujer. La pérdida de su pareja le ha despojado de su identidad, y su nuevo trabajo de escoltar a un traficante de opio a Japón representa una oportunidad para redimirse, aunque sea de una forma retorcida. Radcliffe logra transmitir la vulnerabilidad y la desesperación de Ben, sin caer en un melodrama barato. Su evolución, tanto física como emocional, es sutil pero efectiva, y logra que el espectador se conecte con su personaje a pesar de sus defectos y su evidente sobrepeso. La comedia emerge de forma orgánica, como resultado de las circunstancias y la personalidad peculiar de Ben, evitando caer en chistes fáciles o caricaturescos.

La dirección de Abboushi se distingue por un estilo visual que, aunque a veces puede parecer un poco descuidado o incluso torpe, es precisamente lo que le da al filme su particular encanto. Utiliza planos largos, un ritmo pausado y una paleta de colores apagados que reflejan el estado de ánimo del protagonista. La fotografía, a pesar de la presencia del personaje obeso, no lo convierte en un objeto de burla. En cambio, lo presenta como un ser humano complejo, con sus imperfecciones y sus anhelos. La banda sonora, con temas funk y soul de los 80, funciona muy bien para reforzar la atmósfera de la película, creando un ambiente que oscila entre lo sombrío y lo divertido.

El guion, coescrito por Radcliffe y Ben Turner, presenta situaciones absurdas y diálogos ingeniosos, pero también se toma el tiempo para explorar temas más profundos. La relación entre Ben y el traficante japonés, Kenji, es el corazón de la trama y aporta un elemento de sorpresa y de humor negro. Si bien el final puede resultar un poco abrupto y la resolución un tanto forzada, la película como conjunto ofrece una experiencia cinematográfica original y estimulante. “Operación Dragón Gordo” no es una comedia para reírse a carcajadas, sino para reflexionar sobre las decisiones que tomamos en la vida y las consecuencias que acarrean. Es una película que te hace pensar, incluso cuando te ríes a escondidas.

Nota: 7/10