“Operación Final” (Operation Finale) es una película de espías con un enfoque inusual: en lugar de centrarse en el heroísmo o el combate, la historia se basa en una operación de inteligencia excepcionalmente delicada: la captura de Adolf Eichmann en Argentina en 1960. La película, dirigida por Justin Haythe, logra lo improbable: transformar una operación de inteligencia meticulosamente orquestada en un thriller tenso y emocionalmente resonante. A pesar de su temática oscura y compleja, la película evita caer en el melodrama fácil, optando por una narrativa firme y un enfoque realista en la psicología de sus personajes.
La dirección de Haythe es precisa y controlada. Evita la glorificación de la espionaje, presentando la operación como un ejercicio de paciencia, planificación y astucia. Se centra en el proceso lento y obstinado del agente israelí Yakov Sprung (Mark Rylance) para construir una relación de confianza con el jubilado y aparentemente anodino Eichmann (Idris Elba). La película maneja muy bien el tempo, permitiendo que la tensión se acumule gradualmente a medida que Sprung, un hombre silencioso y aparentemente sin recursos, se abre camino en la vida del arquitecto del Holocausto. La cinematografía de José Luis Rebottini es sobria pero efectiva, utilizando la luz y la sombra para crear una atmósfera de incertidumbre y peligro subyacente. Hay un uso notable de planos largos y detalles visuales que, paradójicamente, revelan más sobre la psique de los personajes que sobre la acción directa.
Las actuaciones son excepcionales. Mark Rylance ofrece una interpretación de notable sutileza. Su Sprung no es un héroe de acción; es un hombre marcado por su pasado y su profunda convicción moral. Rylance logra transmitir la frustración, la determinación y la vulnerabilidad de su personaje con una intensidad silenciosa que es mucho más impactante que cualquier diálogo. Idris Elba, por su parte, realiza un trabajo sobresaliente como Eichmann. Elba desmantela la imagen estereotipada del monstruo nazi, presentando a un hombre aislado, desilusionado y atormentado por su pasado. Su Eichmann es más una víctima de su propia conciencia que un villano despiadado, y la actuación de Elba humaniza, aunque no excusa, las atrocidades del pasado. La química entre Rylance y Elba es el corazón de la película, y su desarrollo a lo largo del relato es, sin duda, la razón principal de su éxito.
El guion, adaptado de un artículo de Robert Harris, es inteligente y bien estructurado. Se centra en el "cómo" de la operación, en la necesidad de paciencia y astucia para manipular a Eichmann y extraer información crucial. Evita los clichés del género de espías, manteniendo la historia centrada en la relación entre Sprung y Eichmann. La película explora las consecuencias psicológicas de la guerra y el Holocausto, no solo para los perpetradores, sino también para aquellos que lucharon para detenerlos. El guion no busca simplificar las complejidades morales de la situación, sino que las presenta de forma ambigua y realista. La película se atreve a cuestionar la naturaleza de la justicia y la redención, y su conclusión, aunque no es abiertamente optimista, es sorprendentemente conmovedora. “Operación Final” es, en definitiva, una película de espías inteligente y conmovedora, que utiliza un tema histórico inusual para explorar temas universales sobre la moralidad, la responsabilidad y el poder de la memoria.
Nota: 8/10