“Oppenheimer” de Christopher Nolan es una obra maestra cinematográfica que no solo narra un evento histórico trascendental, sino que, con una meticulosa dirección y actuaciones impecables, profundiza en la complejidad moral y existencial del hombre que ayudó a forjar el fin de la Segunda Guerra Mundial. Nolan, conocido por su estilo innovador y su interés por los temas científicos, se encuentra en su territorio más cómodo, utilizando la película como un vehículo para explorar la fragilidad de la conciencia humana frente a la inmensidad de la ciencia y sus consecuencias.
La película, adaptada del exhaustivo libro de Kai Bird y Martin J. Sherwin, no se centra únicamente en la construcción de la bomba atómica, sino que se sumerge en las contradicciones de Oppenheimer, un brillante físico atormentado por sus decisiones y la responsabilidad que recae sobre sus hombros. Nolan evita la glorificación y presenta a Oppenheimer como un hombre ambiguo: un genio, un líder, un pacifista y, a la vez, alguien que ha contribuido a la destrucción de innumerables vidas. Esta ambigüedad es central a la película y es, precisamente, lo que la hace tan fascinante y, a la vez, inquietante.
Cillian Murphy, en el papel principal, ofrece una actuación magistral. Su interpretación de Oppenheimer es sutil, evocadora y llena de matices. Murphy no se limita a mostrar la inteligencia del personaje, sino que captura la duda, el miedo y la profunda angustia existencial que lo consumen. Los otros actores secundarios, entre ellos Robert Downey Jr. como Lewis Strauss, también brillan, cada uno aportando una dimensión crucial a la compleja trama. Downey Jr., en particular, construye un villano absolutamente convincente, dotando de una sorprendente profundidad a un personaje que, en manos menos hábiles, podría haber resultado caricaturesco.
La dirección de Nolan es, como siempre, impecable. La película emplea una mezcla de narrativas no lineales, flashbacks y secuencias impresionantes de efectos visuales para recrear la atmósfera de la época y las complejas operaciones científicas que llevaron al Proyecto Manhattan. La banda sonora, compuesta por Ludwig Göransson, complementa a la perfección las imágenes y las emociones de la película, creando una experiencia auditiva intensa y envolvente. Nolan utiliza de manera brillante la técnica del "reverse chronological storytelling", que, aunque inicialmente puede resultar desconcertante para el espectador, finalmente se revela como una herramienta poderosa para subrayar la obsesión de Oppenheimer y su inevitable conflicto interno.
Más allá de la historia, “Oppenheimer” es una meditación sobre el poder de la ciencia, la responsabilidad del individuo y las consecuencias imprevistas de la búsqueda del conocimiento. Es una película que obliga al espectador a cuestionarse sus propias convicciones y a reflexionar sobre el significado de la guerra, la paz y el futuro de la humanidad. No es una película fácil de ver, pero es, sin duda, una de las más importantes y significativas del año. Es una obra que perdurará en el tiempo, generando debates y análisis durante años.
Nota: 9/10