Orange County (colgado, pringado y sin carrera) (2002)

“Orange County (colgado, pringado y sin carrera)” es una comedia de enredos y aspiraciones frustradas que, a pesar de su aparente sencillez, ofrece un retrato inesperadamente agudo de la clase media estadounidense y sus obsesiones. Dirigida por Gary Kurtz, la película nos presenta a Colin Hanks como Ryan, un joven ambicioso que se define por su deseo de escapar del archiconocido condado de Orange y alcanzar la prestigiosa Universidad de Stanford. Este anhelo, sin embargo, se ve constantemente obstaculizado por una serie de errores cómicos y situaciones absurdas, lo que convierte la película en una comedia de enredos que, afortunadamente, no cae en la caricatura.

Kurtz logra plasmar la atmósfera opresiva y ligeramente patética del condado de Orange. El lugar no es un escenario exótico, sino un espacio real, con sus rutinas, sus casas en miniatura y su constante sensación de estar atrapado. La dirección es competente, utilizando planos y movimientos de cámara que crean un ambiente de incertidumbre y tensión, incluso en las escenas más humorísticas. No obstante, la película podría haber logrado un impacto visual más fuerte, apostando por una fotografía más cuidada y que acentuara la monotonía del entorno.

La película se apoya en gran medida en el carisma de Colin Hanks, que, con su encanto natural y su capacidad de generar empatía, consigue que el espectador se identifique con su personaje. El reparto secundario, encabezado por Daisy Wright y Michael Lerner, también aporta vitalidad a la trama. Lerner, en particular, se desvive en su papel de hermano mayor, dotándole de una crudeza y un humor bien medido. La química entre los actores es palpable y contribuye significativamente al disfrute de la película.

El guion, escrito por Ben Winslow y Matthew Kriegman, presenta un ritmo ágil y constante. La trama principal, centrada en el error burocrático que impide la admisión de Ryan a Stanford, es la base de una serie de situaciones cómicas que mantienen al espectador enganchado. Sin embargo, el guion, en ocasiones, se pierde en detalles superfluos y en diálogos que, aunque divertidos, no aportan valor añadido a la historia. La película podría haber beneficiado de una mayor concentración en el desarrollo de sus personajes y de la exploración de las motivaciones de cada uno.

A pesar de algunas fallas en el guion, “Orange County (colgado, pringado y sin carrera)” es una comedia agradable y entretenida, que ofrece una perspectiva fresca sobre las aspiraciones y las frustraciones de la juventud. Es una película que, sin pretender ser profunda, consigue generar una sonrisa y, en ocasiones, una reflexión sobre la importancia de perseguir nuestros sueños, incluso si estos están arraigados en un lugar tan peculiar como el condado de Orange. La película, en definitiva, es una comedia de enredos con un toque de melancolía y una pizca de autenticidad.

Nota: 7/10