“Orejas largas” no es una revolución en la animación familiar, pero sí una experiencia visualmente rica y emocionalmente resonante que, a pesar de su aparente simplicidad, logra capturar la esencia de la supervivencia, la amistad y el coraje. La película, dirigida con una sensibilidad cautivadora por Nick Park y Carla Conte, se aleja ligeramente del humor descarado que a veces se asocia con las películas de Wallace & Gromit, apostando por un tono más melancólico y reflexivo, aunque sin perder nunca su espíritu lúdico.
La dirección artística es, sencillamente, sublime. Los diseños de los personajes, particularmente los conejos, son increíblemente detallados y expresivos. Cada textura, cada movimiento, cada mirada transmite una profundidad emocional que es fundamental para conectar con la historia. El uso del Stop-Motion es impecable; la técnica, que a menudo puede resultar torpe, aquí se ejecuta con una maestría que eleva la calidad general de la película. La paleta de colores es sutil, dominada por tonos terrosos que evocan la belleza y la tranquilidad de los prados ingleses, aunque también reflejan la amenaza que se cierne sobre la comunidad.
Las actuaciones, aunque protagonizadas por animales, son sorprendentemente convincentes. Benedict Cumberbatch, como Fiver, aporta una voz llena de vulnerabilidad y sabiduría. El actor consigue transmitir la angustia de su visión del futuro, la carga que siente por su comunidad. Stephen Graham, en el papel de Bigwig, ofrece una interpretación poderosa y brutalmente honesta, representando la fuerza y la determinación, pero también la frustración de un conejo que se ve obligado a confrontar la dureza de la vida. El dúo de Hazel y Fiver, interpretado con notable equilibrio por David Oyelowo y James McAvoy, es el corazón de la película, presentando un diálogo interno y un crecimiento mutuo que constituye uno de los aspectos más interesantes de la narrativa.
El guion, aunque no complejo, está bien construido. La historia se centra en la valentía individual y colectiva, en la importancia de la conexión y en la aceptación de la incertidumbre. La amenaza que se cierne sobre la madriguera es un pretexto para explorar temas universales sobre la pérdida, el cambio y la esperanza. Sin embargo, la película podría haber profundizado un poco más en las motivaciones de los antagonistas, otorgándoles un mayor desarrollo que les hubiera dado una dimensión más completa. La sensación de que ciertos personajes secundarios quedan un poco planos es la única pega de una película que, en general, es una experiencia gratificante y visualmente espectacular.
Nota: 7/10