Origen (2010)

Christopher Nolan ha vuelto a demostrar su maestría en el cine de suspense psicológico con ‘Origen’ (Inception), una película que, a más de una década de su estreno, sigue resonando con fuerza gracias a su innovadora narrativa y su exploración profunda de la mente humana. Nolan no se limita a contar una historia de espionaje; construye una experiencia cinematográfica que te atrapa desde el primer minuto y te obliga a cuestionar la naturaleza de la realidad misma. La película se aleja del blockbuster puro, priorizando la complejidad conceptual y la atmósfera tensa sobre el espectáculo visual. El resultado es una joya cinematográfica que requiere una mirada atenta y, quizás, varias visionadas para apreciar todas sus capas.

La dirección de Nolan es, como siempre, impecable. Su manejo de la narrativa no lineal, con sus múltiples capas de sueño y realidad, es asombroso. No se simplifica la idea de extraer un plan de negocios del subconsciente de un hombre; la presenta como un desafío científico y psicológico, donde el protagonista, Dom Cobb (Leonardo DiCaprio), debe navegar por paisajes oníricos cada vez más retorcidos y peligrosos. La coreografía de los sueños, con sus escenarios surrealistas y la física alterada, es visualmente deslumbrante y, lo más importante, funcional al desarrollo de la trama. Nolan sabe utilizar el espacio y el tiempo para generar suspense y mantener al espectador al borde del asiento. Es un control absoluto sobre la narrativa que es esencial para la viabilidad del argumento.

Las actuaciones son sobresalientes. DiCaprio ofrece una interpretación magistral de Dom Cobb, un hombre consumido por la culpa y obsesionado con la redención. Su Cobb es un personaje complejo, vulnerable y a la vez implacable. El resto del reparto –Joseph Gordon-Levitt, Elliot Page, Tom Hardy, Marion Cotillard – también brilla con luz propia, contribuyendo a la credibilidad de un universo ficticio donde las líneas entre la realidad y el sueño se difuminan constantemente. La química entre DiCaprio y Marion Cotillard es particularmente convincente, proporcionando un núcleo emocional que ancla la película en un terreno más personal.

El guion, escrito por Nolan y sus colaboradores, es, sin duda, el corazón de ‘Origen’. La idea central de "extraer" un pensamiento a través del sueño es audaz y original, y Nolan la ejecuta con una inteligencia y rigor excepcionales. La película plantea preguntas filosóficas sobre la identidad, la memoria y el poder de la mente. La ambigüedad deliberada que rodea la naturaleza de los sueños y la realidad es un elemento clave de su atractivo duradero. Si bien algunos aspectos del guion pueden resultar densos para el espectador menos familiarizado con el cine de Nolan, la premisa central y la ejecución general son impecables. La película logra mantenerte intrigado y reflexionando sobre sus implicaciones incluso después de haberla visto varias veces.

Nota: 9/10