Orlando, mi biografía política (2023)

La película de Oliver Stone, ‘Orlando, mi biografía política’, no es una simple adaptación cinematográfica de la novela de Virginia Woolf; es un manifiesto visual y conceptual que desafía las convenciones narrativas tradicionales. Más allá de ser una biografía, es un peregrinar a través del tiempo, un torbellino de identidades y una reflexión profunda sobre la naturaleza del género, la sexualidad y la escritura misma. Stone, en su particular estilo, consigue traducir la inmersión psicológica de Woolf en una experiencia visualmente estimulante y, a su manera, emocionalmente resonante.

El guion, a pesar de algunas extensiones innecesarias, es el núcleo de la película. Si bien la trama principal, la vida del androginuo Orlando a lo largo de los siglos, parece directa, su verdadero valor reside en la forma en que explora las complejidades de la identidad. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que se centra en la ambigüedad, en la fluidez del ser. Stone evita simplificaciones y permite que la experiencia de Orlando sea un proceso de constante cuestionamiento y transformación. Los diálogos, a menudo poéticos y fragmentados, se intuyen más que se explican, reflejando la naturaleza introspectiva del personaje y del proceso creativo de Woolf.

La dirección de Stone es, como suele ser habitual en su filmografía, ambiciosa y a veces caótica. La película abraza la multiplicidad de perspectivas, utilizando técnicas de montaje innovadoras, secuencias oníricas y cambios abruptos de época y estilo. A veces, esta decisión estilística puede resultar desorientadora, pero en general, contribuye a la sensación de que estamos siguiendo a Orlando a través de una corriente de conciencia. La banda sonora, cuidadosamente seleccionada, refuerza la atmósfera onírica y el sentido de viaje temporal.

Las actuaciones son, en su mayoría, sólidas. Pedro Pascal como Orlando es magnético. Su presencia evoca a la vez la vulnerabilidad y la fuerza, la melancolía y la vitalidad. El resto del elenco, compuesto por talentos como Carey Mulligan, Johnny Depp y Tilda Swinton, aportó su propio sello distintivo a la película, logrando crear un universo de personajes extraordinarios. Swinton, en particular, ofrece una interpretación particularmente brillante, capturando la esencia de la dualidad y la transformación constante del personaje. Es un trabajo que redefine la idea del “personaje secundario” convirtiéndolo en el corazón y el alma de la historia.

En definitiva, ‘Orlando, mi biografía política’ es una película que exige del espectador una apertura mental y una disposición a dejarse llevar por su flujo creativo. No es una película para todos los públicos, pero para aquellos que estén dispuestos a embarcarse en este viaje en el tiempo y en la mente, es una experiencia cinematográfica inolvidable y profundamente significativa. Se trata de una película que, casi un siglo después, sigue siendo relevante y provocadora, cuestionando nuestras concepciones más arraigadas sobre la identidad y el género.

Nota: 8/10