“OSS 117: Perdido en Río” es una explosión de caos controlado, un homenaje descarado y absolutamente hilarante al cine de espías de los años 60, pero con una sensibilidad moderna que lo hace sorprendentemente fresco. Jacques Audiard, a pesar de su trayectoria en dramas más serios, demuestra una maestría increíble al dirigir esta película, tejiendo una narrativa aparentemente caótica pero sorprendentemente cohesiva. La película no busca la sofisticación de las producciones de Bond; se deleita en lo absurdo, en lo torpe, y en la propia personalidad excentrica del personaje de Jean Dujardin.
Jean Dujardin, en su mejor momento, ofrece una interpretación absolutamente magistral de Hubert Bonisseur de la Bath. Su interpretación es un equilibrio perfecto entre la arrogancia, la egolatría y la vulnerabilidad. Bonisseur de la Bath no es un héroe, es un hombre que se cree el mejor en todo lo que hace, y la película se sirve de ello para generar momentos de pura comedia física y verbal. Dujardin domina el lenguaje corporal, el sutil movimiento de los ojos y la improvisación que le confiere una autenticidad y un humor inigualables. La química entre Dujardin y Virginie Efira, que interpreta a la teniente coronel Rivieres, es otro pilar fundamental de la película. Su diálogo, a menudo absurdo, es una delicia y la relación entre los dos personajes evoluciona de manera creíble y divertida.
El guion, adaptado de la obra de Eric Heidenreich, se beneficia de una escritura inteligente y ágil. Audiard y sus colaboradores se toman la libertad de subvertir las convenciones del género, presentando situaciones ridículas y personajes extravagantes. La película es un torbellino de acción, persecuciones de coches improvisadas, tiroteos caóticos y encuentros con personajes inolvidables, incluyendo a un grupo de mineros de oro con una obsesión enfermiza por el color. Sin embargo, detrás de todo este caos, hay una trama que se desarrolla de manera sólida y que involucra temas como el chantaje, la política internacional y la manipulación. La dirección de fotografía, con sus colores vibrantes y su uso del negativo, evoca la estética de las películas de espías de la época, pero sin caer en la nostalgia. La banda sonora, compuesta por Nils Frahm, es minimalista y atmosférica, complementando a la perfección las imágenes. La película no solo es divertida, es visualmente impresionante y musicalmente rica.
Aunque a algunos les pueda parecer un ejercicio de estilo pretencioso, “OSS 117: Perdido en Río” es una experiencia cinematográfica única y memorable. Es una película que se disfruta en su totalidad, que invita a la risa y a la reflexión, y que demuestra que el cine de espías puede seguir siendo relevante en el siglo XXI. Es una película que, a pesar de su aparente ligereza, tiene una profundidad subyacente que la convierte en algo más que un simple entretenimiento.
Nota: 8.5/10