Ouija: El origen del mal (2016)

“Ouija: El origen del mal” no busca revolucionar el género del terror, ni mucho menos. Más bien, se instala cómodamente en su nicho, ofreciendo un espectáculo visualmente estimulante, aunque con una narrativa que, en última instancia, carece de la sustancia que hizo tan efectiva la original. La película, nuevamente bajo la batuta de Platinum Dunes y Blumhouse, se centra en la familia Lither, quienes, en su búsqueda de un nuevo hogar, encuentran un antiguo tablero de Ouija que desata una fuerza maligna que los atormenta. La dirección, aunque funcional, se limita en gran medida a explotar los clichés del género: la atmósfera lúgubre, los flashbacks crepusculares y los jumpscares bien colocados. Michael Bay, como productor ejecutivo, imbuye la cinta con su característica estética explosiva, pero esta vez diluye el terror con una sobre-exposición que no favorece la tensión.

Las actuaciones son decentes, pero no sobresalientes. Martin Henderson y Victoria Pedretti interpretan a los padres, Ryan y Claire, con una sensación de desesperación creíble, pero sus personajes son planos y carecen de profundidad. La relación entre los niños, Charlie y Zoe, se construye de forma predecible, lo que a menudo resulta en actuaciones un tanto forzadas. Sin embargo, Daisy Edgar-Jones, como Zoe, destaca por su vulnerabilidad y su capacidad para transmitir el creciente terror que experimenta. La película intenta explorar la dinámica familiar y la pérdida, pero estos temas se presentan de forma superficial, relegados a un segundo plano frente al despliegue de eventos sobrenaturales.

El guion, en general, es un punto débil de la película. Aunque se basa en la leyenda del tablero de Ouija, la trama se siente repetitiva y predecible. La exposición del mal que reside en el tablero es torpe y poco convincente, y el desarrollo de los eventos sobrenaturales es, en ocasiones, inexplicable y mal justificado. El ritmo de la película es irregular, alternando momentos de tensión genuina con escenas innecesariamente largas y expositivas. La película trata de añadir elementos de horror psicológico, pero no logra hacerlo con eficacia, optando en cambio por sustos fáciles y momentos de melodrama exagerado. La influencia de Hasbro, con su posible intención de expandir el universo de "Ouija" hacia el cine, es palpable, aunque no necesariamente positiva para la película en sí.

A pesar de sus fallas, “Ouija: El origen del mal” ofrece un entretenimiento sólido para aquellos que buscan una película de terror fácil de ver y que no exija demasiado de su atención. Sin embargo, no es una obra maestra del género y, en comparación con la original, carece de originalidad y complejidad. La producción es impecable y los efectos especiales, como es habitual en la mano de Blumhouse y Bay, son de alto nivel, pero no pueden compensar la debilidad de la historia.

Nota: 5/10