Pacific Rim (2013)

‘Pacific Rim’ es una película que, a sus más de diez años de estreno, merece una revisión más profunda que la habitual. No se trata simplemente de una espectacularidad visual, aunque esta es innegablemente impresionante, sino de una propuesta audaz y, en muchos aspectos, sorprendentemente ambiciosa que termina siendo un tanto desigual. La premisa, la guerra entre la humanidad y las criaturas Kaiju, es inherentemente atractiva y evoca a clásicos del cine de monstruos como ‘Godzilla’ o ‘King Kong’, pero la película se esfuerza por ser algo más, por ser un relato sobre la cooperación, el sacrificio y la superación personal.

La dirección de Guillermo del Toro, aunque con su sello inconfundible, se siente un poco forzada en ocasiones. Si bien el diseño de los Jaegers es una maravilla de la ingeniería robótica y la estética steampunk, la película a veces se pierde en la excesiva cantidad de efectos especiales, descuidando la construcción narrativa. Del Toro demuestra su maestría al crear un mundo crudo y realista, con ciudades devastadas por los ataques de los Kaiju, pero la atmósfera de desesperación no siempre se transmite con la fuerza que merecía. A pesar de la banda sonora potente y las escenas de acción vertiginosas, el ritmo de la película es irregular, alternando momentos de gran tensión con secciones que se sienten largas y poco desarrolladas.

Las actuaciones son un punto fuerte de la película. Charlie Hunnam, como el piloto Jaeger Max “Mako” Iwai, ofrece una interpretación estoica y creíble de un hombre atormentado por su pasado. Su relación con el Jaeger “Gundam” es la piedra angular de la narrativa, y su evolución a lo largo de la película es genuina. Rinko Kikuchi, como Miraz, aporta una presencia tranquila y sabia que complementa perfectamente a Hunnam. El dúo tiene una química palpable, crucial para la dinámica entre los pilotos. La caracterización de los Kaiju, en general, es sólida y los diseños de estos monstruos, tanto en apariencia como en comportamiento, son originales y aterradores. Sin embargo, algunos de los antagonistas humanos, como el general Tom Newbolt, son caricaturescos y carecen de profundidad.

El guion, aunque entretenido, sufre de algunos problemas de construcción. La premisa de la conexión neural entre los pilotos y los Jaegers, aunque innovadora, se explora superficialmente. Se da la sensación de que el desarrollo de los personajes y la resolución del conflicto podrían haber sido más profundos. El argumento recurre a clichés del cine de acción, como el sacrificio heroico y el “último hombre en pie”, sin ofrecer ninguna perspectiva nueva. La película, en su intención de ser un espectáculo visual y de acción, sacrifica, en cierta medida, la coherencia narrativa y el desarrollo de la historia. No obstante, la película logra crear un universo crudo pero cautivador, con personajes decentes y escenas de acción espectaculares, que justifican su visionado. El factor nostalgia por las figuras robóticas, y la mezcla de ciencia ficción y horror, también contribuyen a su atractivo duradero.

Nota: 7/10