Pacific Rim: Insurrección (2018)

“Pacific Rim: Insurrección” no solo es una secuela, sino un intento de darle un giro radical a una franquicia que, en su primera entrega, capturó la imaginación con su escala épica y la idea de pilotos enfrentándose a monstruos gigantes. Desafortunadamente, esta segunda parte, dirigida por Steven Soderbergh, se esfuerza tanto en ser diferente que termina perdiendo el equilibrio y, en última instancia, su propio corazón.

Soderbergh decide adoptar un estilo documental, rodando gran parte de la película con un formato pseudo-realista, intercalando entrevistas con los personajes y momentos de "grabación" que pretendían simular que la acción está ocurriendo en tiempo real. Si bien esta estrategia se basa en la premisa de que la humanidad está lidiando con una crisis existencial y que la película está documentando su lucha por la supervivencia, la ejecución resulta forzada y desentona con el tono de acción que se esperaría. Esto, combinado con la música, en su mayoría instrumental y monótona, genera una atmósfera fría y distante que dificulta la inmersión del espectador.

Las actuaciones son desiguales. John Boyega, como el hijo de Mako, aporta un carisma juvenil, pero su personaje carece de profundidad y su arco narrativo es demasiado predecible. Rina Sixen, interpretada por Cailee Spaeny, es, sin duda, la estrella del reparto. Logra transmitir la determinación y el conflicto interno de una joven guerrera que lucha por su lugar y por el legado de su madre. Sin embargo, la química entre Boyega y Spaeny es, en general, poco convincente. El conflicto entre ellos se siente artificial y sus diálogos carecen de la chispa que hizo tan atractiva la relación original.

El guion, en su conjunto, se siente precario. El concepto de los Jaegers sin energía, forzados a depender de una nueva fuente de poder, es interesante, pero la explicación de cómo funciona ese sistema es confusa y poco creíble. La acción, aunque visualmente impresionante, es excesivamente dependiente de efectos especiales y se siente menos impactante que en la primera película. Se intenta explorar temas de legado, responsabilidad y la fragilidad de la humanidad, pero estos se presentan de forma superficial y se diluyen en la abundancia de secuencias de acción. El ritmo es errático, alternando momentos de tensión con largos pasajes de diálogo expositivo que, en lugar de profundizar en la trama, la ralentizan innecesariamente.

A pesar de sus ambiciones, “Pacific Rim: Insurrección” es un decepcionante regreso. Es un esfuerzo técnico competente, pero carente de la pasión y la originalidad que hicieron que la primera película fuera tan memorable. Se siente como una película hecha para satisfacer a una franquicia en declive, en lugar de ser una historia convincente por derecho propio.

Nota: 5/10