Padmaavat (2018)

“Padmaavat” es, sin duda, una experiencia cinematográfica imponente y, a su vez, profundamente divisiva. Sanjay Leela Bhansali ha construido un espectáculo visual deslumbrante, un relato épico arraigado en la historia y la leyenda del Rajputana, pero la película se presenta como una arena de debates y controversias que, en última instancia, eclipsan a veces su propia potencia narrativa. El film no se contenta con contar una historia; busca, deliberadamente, provocar y emocionar, y en ese sentido, consigue un impacto considerable.

La dirección de Bhansali es, como de costumbre, magistral. El uso del color, la arquitectura, la vestimenta y la coreografía de los bailes son meticulosamente elaborados, creando un mundo visualmente rico y atmosférico que transporta al espectador a la India medieval. Cada plano está cuidadosamente diseñado para transmitir poder, decadencia y una elegancia melancólica. Sin embargo, a veces esta exuberancia visual puede sentirse un poco recargada, acercándose al exceso, y dejando que los elementos estéticos compitan con la narrativa en sí.

Las actuaciones son, en su mayoría, sobresalientes. Ranveer Singh, como Maharawal Ratan Singh, ofrece una interpretación intensa y atormentada, capturando la complejidad de un hombre consumido por el honor y la lealtad. Deepika Padukone, como Padmavati, personifica la belleza, la fortaleza y el sufrimiento con una dignidad que es, a pesar de las interpretaciones de su personaje, incuestionable. Shahid Kapoor, en el papel del Malik Kafur, el valiente general musulmán, aporta un contrapunto convincente al papel del villano, mostrando una ambigüedad moral que obliga al espectador a cuestionar sus propios prejuicios.

El guion es, sin duda, el punto más problemático de la película. Si bien la premisa es sólida y las tensiones dramáticas están bien construidas, el desarrollo de la trama se ve, en ocasiones, paralizado por una excesiva necesidad de melodrama y simbolismo. Se exploran temas como el honor, el amor, la traición y la venganza con una vehemencia que a veces se siente superficial. Además, el tratamiento de los personajes femeninos, más allá de Padmavati, se siente algo plano y unidimensional. La película a menudo se centra en las emociones de los hombres, relegando a las mujeres a un papel secundario, aunque crucial, en el drama. El uso de la profecía como motor de la trama es algo que, aunque visualmente impactante, se siente un tanto forzado y pretencioso.

A pesar de estas fallas, "Padmaavat" es una película que merece ser vista por su ambición y su impacto visual. Es un espectáculo grandioso que, aunque no siempre coherente en su guion, consigue generar un fuerte compromiso emocional en el espectador. Es una película que, sin duda, provocará debate y reflexión sobre temas históricos y culturales complejos. La película, en definitiva, es una declaración de intenciones, una apuesta arriesgada por parte de Bhansali que, pese a sus excesos, demuestra su visión artística.

Nota: 7.5/10