Padre no hay más que uno 4: Campanas de boda (2024)

“Padre no hay más que uno 4: Campanas de boda” es, en esencia, una comedia familiar que busca replicar la fórmula consagrada de la saga original. Y, en gran medida, lo consigue. La película, dirigida por José Campanario, no busca romper paradigmas, sino explorar, de manera refrescante y a veces caótica, las reacciones de una familia tradicional ante un evento inesperado: el compromiso de su hija mayor, Carmen, con su novio, Daniel. El detonante, la propuesta de matrimonio en el mismo día que su cumpleaños, es un punto de partida perfecto para desatar un torbellino de emociones y situaciones cómicas que, a su vez, tocan temas más profundos sobre las expectativas, las frustraciones y el amor familiar.

La película se centra en la familia Flores, interpretada con maestría por Miguel Ángel Silvestre, quien vuelve a su personaje de padre desvelado, pero esta vez con un toque aún más desbordado y divertido. Silvestre, junto a su esposa, interpretada por la siempre acertada Laura Madaleno, ofrece un retrato de una pareja que, a pesar de sus diferencias y deseos, se siente incondicionalmente devotada a sus hijos. Las actuaciones son convincentes y, en muchos momentos, genuinamente hilarantes. El resto del elenco complementario, incluyendo a los hijos de Carmen, desempeñan papeles secundarios que enriquecen la trama y aportan alivio cómico. Particularmente, la interpretación de los sobrinos, con su energía juvenil y sus intentos por mediar en el conflicto familiar, aporta una dimensión refrescante a la historia.

Si bien la película se basa en una premisa predecible, el guion consigue mantener el interés del espectador gracias a la naturalidad con la que se exploran las dinámicas familiares. Campanario, con su estilo directo y sin adornos, evita caer en clichés y se centra en mostrar las complejidades de las relaciones humanas. La película no se preocupa por ofrecer soluciones fáciles o finales felices tradicionales. En cambio, presenta un retrato realista y, a veces, agridulce de la vida familiar, donde el amor, la paciencia y el compromiso son constantemente puestos a prueba. El humor, en este caso, nace de la incomodidad, de las situaciones absurdas y de las diferencias de opinión entre los miembros de la familia. El director aprovecha al máximo el entorno rural de la película, utilizando el paisaje y la cultura local para crear una atmósfera única y auténtica.

Sin embargo, la película no está exenta de algunas fallas. En ocasiones, el ritmo se ralentiza un poco y algunas de las gags se sienten forzadas. Asimismo, la trama principal, aunque divertida, no ofrece un desarrollo particularmente original. A pesar de ello, "Padre no hay más que uno 4: Campanas de boda" es una comedia familiar bien construida, con actuaciones sólidas y un guion que, aunque no innovador, logra entretener y evocar sonrisas. Es una película que, sobre todo, invita a la reflexión sobre el valor del amor familiar y la importancia de aceptar las diferencias y los errores de los demás.

Nota: 7/10