Palabras en las paredes del baño (2020)

“Palabras en las paredes del baño” no es una película fácil de digerir, ni tampoco debería serlo. Es una obra cinematográfica audaz, perturbadora y profundamente conmovedora que se adentra en las complejidades de la esquizofrenia paranoide con una honestidad brutal y un respeto palpable hacia el personaje central. Más que un drama clínico, la película se erige como un viaje introspectivo, explorando la fragmentación de la realidad y el aislamiento que puede experimentar un individuo que lucha contra una enfermedad mental.

La dirección de Miguel Fernández es, en mi opinión, la pieza clave de la película. Evita los clichés del género, opting por una estética visual que refleja el estado mental del protagonista, Daniel (interpretado magistralmente por Leo Campa). El uso del color es deliberadamente frío y apagado, con planos cerrados que intensifican la sensación de encierro y paranoia. Los espacios, especialmente el baño, se convierten en microcosmos de su confusión y desesperación. Fernández no busca la espectacularidad visual; la fuerza reside en la sutileza y la atención al detalle, en cómo se transmite la incomodidad y la vulnerabilidad de Daniel a través de la cámara. Se nota un trabajo de equipo muy cohesionado, y la película fluye con una naturalidad que pocas veces se observa.

Campa ofrece una actuación transformadora. Su interpretación de Daniel es cautivadora en su humanidad y su desesperación. Logra transmitir la desesperación silenciosa y la creciente angustia de un chico atrapado en su propia mente. No se trata de una actuación teatral, sino de una representación visceral de la experiencia de la esquizofrenia. Los momentos de lucidez intercalados con las alucinaciones y los ataques de pánico son particularmente impactantes, demostrando la frágil línea que separa la realidad de la percepción. La química con Ana Ibáñez, quien interpreta a su madre, es fundamental para el éxito emocional de la película. Su relación, llena de dudas y frustraciones, es un reflejo de las dificultades para conectar y ser comprendido.

El guion, coescrito por Fernández y Laura Sánchez, es delicado y cauteloso. Evita caer en explicaciones simplistas, presentando la esquizofrenia de forma realista, sin demonizar al protagonista. La película se centra en el impacto emocional de la enfermedad, en la lucha por la aceptación y la búsqueda de una conexión humana. Hay algunos diálogos que pueden parecer un poco lentos, pero son necesarios para establecer el ritmo y profundizar en la psique de Daniel. La trama es relativamente sencilla, pero el verdadero poder reside en la exploración de temas universales como el miedo, la soledad y la necesidad de ser visto y reconocido.

En definitiva, “Palabras en las paredes del baño” es una película que te acompañará mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar. No es una experiencia fácil, pero es una película necesaria, que nos invita a reflexionar sobre la complejidad de la mente humana y la importancia de la empatía y la comprensión hacia aquellos que luchan contra enfermedades mentales. Es un trabajo valiente y conmovedor, que merece ser visto.

Nota: 8/10