Palermo Hollywood (2004)

“Palermo Hollywood” no es una película fácil de digerir. Bernardo Bertolucci, con su habitual maestría visual y narrativa, nos sumerge en un Palermo devastado por la mafia y la desilusión, un paisaje urbano que refleja el estado anímico de sus protagonistas. La película, estrenada en 1966, es un golpe de fuerza, una explosión de color y decadencia que recuerda a la Italia de posguerra, pero con una lente particular: la del amor, la amistad y la búsqueda desesperada de la independencia en un entorno implacable. Bertolucci no se limita a pintar un retrato de la mafia; explora las consecuencias de la corrupción en los individuos, la fragilidad de las relaciones humanas y la dificultad de escapar de un destino predeterminado.

El guion, adaptado de la novela homónima de Giancarlo De Machiavelli, es ambicioso y a veces, quizás demasiado. Bertolucci se permite tomarse su tiempo, creando un ritmo deliberado que, aunque puede resultar lento para algunos espectadores modernos, es esencial para construir la atmósfera opresiva de la película. La historia no se centra en el crimen en sí, sino en las relaciones entre Pablo (Gianni Rodari), un joven con una visión idealista de la vida, y Mario (Alain Delon), un hombre atormentado por su pasado y en busca de una vida mejor. La película explora la complejidad de la amistad, mostrando momentos de ternura y complicidad que contrastan con la violencia y la traición que los rodean. El tratamiento de temas como la ambición, la lealtad y el sacrificio son profundos y bien desarrollados. El autor se atreve a cuestionar las normas sociales y morales, presentando personajes moralmente ambiguos que desafían al espectador a reflexionar sobre sus propios valores.

Las actuaciones son, sencillamente, excepcionales. Gianni Rodari ofrece una interpretación convincente como Pablo, transmitiendo con sutileza su anhelo de una vida mejor, su esperanza y su desilusión. Alain Delon, por su parte, entrega una actuación intensa y arrolladora como Mario, un hombre consumido por la culpa y la desesperación. La química entre ambos actores es palpable y fundamental para el éxito de la película. El resto del elenco, incluyendo a Silvana Mangano en el papel de Carla, aporta brillo y profundidad a la narrativa. La dirección de arte es magistral, recreando con gran detalle la atmósfera de Palermo de la época, desde las calles empedradas hasta los lujosos apartamentos de la alta sociedad, evidenciando el contraste social de manera efectiva. La fotografía, con los vibrantes colores de Roberto Benigni, contribuye a intensificar la experiencia visual.

Sin embargo, la película no está exenta de defectos. Algunas secuencias, particularmente las más violentas, pueden resultar algo exageradas y gratuitas. Además, la trama, aunque intrincada, puede resultar un poco confusa en algunos momentos, especialmente para aquellos que no estén familiarizados con el contexto histórico y social de la época. No obstante, estas pequeñas imperfecciones no impiden que “Palermo Hollywood” se erige como una obra maestra del cine italiano, un retrato visceral y conmovedor de un país en crisis y de las consecuencias del crimen y la corrupción. Es una película que perdura en la memoria por su belleza visual, su fuerza emocional y su ambición narrativa.

Nota: 8.5/10