“Pamali: Dusun Pocong” no es simplemente una película de terror; es una inmersión profunda en la mitología javanesa, un estudio de tensión psicológica y una historia de supervivencia que, a pesar de algunas fallas, logra mantener al espectador al borde del asiento. La película, dirigida por Aru Spears, se distingue por su atmósfera opresiva y una construcción de suspense lenta pero efectiva, lo que la convierte en una experiencia cinematográfica memorable, especialmente para aquellos familiarizados con el género del terror de raíces indígenas.
La dirección de Spears se centra en la creación de una sensación constante de inquietud. Utiliza la fotografía para reforzar la atmósfera de aislamiento y decadencia de Dusun Pocong, una aldea perdida en medio de la naturaleza indonesa. Los paisajes son impresionantes, sí, pero también representan una amenaza latente. Los planos largos, la iluminación tenue y los colores apagados contribuyen a un relato visual que habla por sí solo, subrayando la fragilidad de los personajes y la inminente presencia del mal. La película evita los trucos fáciles y las sustancias explosivas, optando por el terror genuino nacido de la sugestión y el miedo a lo desconocido.
Las actuaciones son sobresalientes. Yasamin Jasem, como la misteriosa figura de Pamali, es absolutamente cautivadora. Su actuación va más allá de la mera exhibición de terrores; plasma una tristeza profunda y una comprensión inquietante de las fuerzas que manipulan la aldea. Fajar Nugra y Arla Ailani complementan su actuación, interpretando a los miembros del equipo médico con credibilidad y fragilidad. Sus reacciones ante lo sobrenatural no son de valentía heroica, sino de miedo genuino y creciente desesperación, lo que humaniza la narrativa y la hace mucho más impactante. No se trata de protagonistas invencibles, sino de individuos comunes enfrentando circunstancias extraordinarias.
El guion, aunque a veces se adentra en caminos predecibles del género, logra un equilibrio entre la amenaza sanitaria y la historia de fantasía. La idea de un espíritu maligno que se alimenta de la muerte y la enfermedad es original y ofrece un trasfondo cultural interesante. La película explora las consecuencias de la desconfianza, el miedo y la superstición, ofreciendo reflexiones sobre la interacción entre la ciencia y la creencia. Sin embargo, algunos diálogos resultan un poco forzados y la resolución, si bien satisfactoria, podría haber sido más elaborada, dejando un leve regusto de oportunidad no aprovechada. La película no busca respuestas fáciles, y eso, en mi opinión, es una de sus mayores fortalezas.
En definitiva, “Pamali: Dusun Pocong” es una película que merece la pena ver. No es una obra maestra del terror, pero sí un ejemplo convincente de cómo se puede combinar el suspense psicológico con una mitología local, resultando en una experiencia cinematográfica que perdura mucho después de que los créditos finales hayan comenzado a rodar. Es un testamento a la capacidad del cine indonesio para ofrecer propuestas originales y perturbadoras.
Nota:** 7.5/10