“Pandora” no es una explosión de acción grandilocuente, como podría sugerir su título, sino un estudio inquietante y tenaz sobre el silencio, la responsabilidad y las consecuencias de la negligencia. La película, dirigida por Yeon Sang-ho, creador de “Train to Busan”, nos transporta a una Corea devastada por un terremoto y un fallo catastrófico en una planta nuclear. La premisa, aunque inicialmente parecida a otros thrillers apocalípticos, rápidamente se convierte en algo mucho más profundo y personal, gracias a la decisión del protagonista, Jae-Hyeok, de enfrentarse a la amenaza en lugar de buscar la seguridad de su familia.
La dirección de Yeon Sang-ho es magistral. Logra construir una atmósfera de constante tensión, no a través de efectos especiales ostentosos, sino mediante la planificación meticulosa de cada escena, el uso del sonido y la composición visual. La película se siente claustrofóbica a pesar de la amplitud de los espacios, enfatizando la sensación de peligro inminente. El director nos obliga a compartir la angustia de Jae-Hyeok, a sentir su desesperación y su inquebrantable convicción. La película se basa en un ritmo lento y deliberado, casi meditative, en el que la acumulación de pequeños detalles genera una poderosa sensación de fatalidad. Este enfoque, si bien efectivo para construir la tensión, podría ser percibido como pausado por algunos espectadores acostumbrados a narrativas más vertiginosas.
Las actuaciones son sólidas y convincentes. Choi Woo-shick, en el papel de Jae-Hyeok, ofrece una interpretación particularmente destacada. Su personaje no es un héroe convencional; es un hombre normal, atormentado por la culpa y el miedo, pero que se enfrenta a su destino con una determinación que desafía la lógica. El resto del reparto contribuye a la credibilidad de la historia, aunque algunos personajes secundarios carecen de la profundidad que podría haber elevado aún más la narrativa. La relación entre Jae-Hyeok y su esposa es sutil pero poderosa, realzada por la química palpable entre los actores principales, y su lucha para mantener la esperanza en medio del caos es el núcleo emocional de la película.
El guion, por su parte, destaca por su honestidad y su enfoque en las consecuencias humanas. La película no se centra en los grandes discursos o en las soluciones heroicas, sino en la experiencia visceral de los personajes. La película explora el tema de la responsabilidad profesional y el sacrificio personal, pero lo hace de una manera muy sutil, evitando sermones y clichés. La trama se desarrolla de forma orgánica, revelando gradualmente la magnitud del desastre y el dilema moral que enfrenta Jae-Hyeok. Es una película que no ofrece respuestas fáciles, sino que invita a la reflexión sobre los límites de la responsabilidad individual y las decisiones que tomamos en medio de la crisis.
En definitiva, "Pandora" es una película perturbadora y emocionalmente resonante. No es un espectáculo visualmente impresionante, pero sí una experiencia cinematográfica que permanece en la memoria mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar. Es una historia sobre la fragilidad de la vida, la importancia del recuerdo y la necesidad de asumir las consecuencias de nuestras acciones.
Nota: 7/10