Papá fantasma (1990)

“Papá Fantasma” (Ghost Writer, en su título original) no es un fantasma, sino un recordatorio conmovedor de la fuerza del amor paternal y la necesidad de dejar un legado. Esta película, dirigida por Robert Benster, no es un espectáculo de efectos especiales deslumbrantes, ni una comedia familiar agria. Se trata de una historia lenta, reflexiva y, a su manera, profundamente emotiva. La película, que explora las consecuencias del duelo y la lucha por la supervivencia, no busca provocar risas, sino generar una resonancia duradera en el espectador.

La premisa, un padre fallecido que regresa como fantasma para proteger a sus hijos, podría parecer cliché, pero la película lo maneja con una sensibilidad notable. Robert Benster, en su primer largometraje, demuestra un control narrativo impecable. No se precipita en momentos clave, permitiendo que la historia respire y que las emociones se sinceren. La dirección es discreta pero efectiva, centrando la atención en las expresiones faciales y en la atmósfera melancólica que envuelve la película. El ritmo pausado, a veces hasta la exasperación, es deliberado y, a la larga, resulta enriquecedor.

Las actuaciones son, en su conjunto, sobresalientes. Brendan Fraser, que interpreta al fantasma Caleb Riley, ofrece una interpretación matizada y conmovedora. Fraser, que ha recuperado la forma física y el carisma que parecía haber perdido, transmite con creíble desespero y el profundo amor de un padre que se aferra a su familia. Evangeline Lilly, en el papel de la madre, es igualmente convincente, mostrando una mezcla de dolor, rabia y determinación. Los tres hijos, interpretados por los jóvenes Patrick Wilson, Tony Hale y Carrie Ann Van Zandt, aportan una vitalidad refrescante a la historia, añadiendo profundidad a la trama y representando la fragilidad y la resiliencia de la infancia en medio de la tragedia.

El guion, adaptado de la obra de Charles Dickens "Un Fantasma Vendiendo Velas", es uno de los puntos fuertes de la película. La adaptación mantiene el espíritu original de la historia, pero la moderniza con sutileza. La relación entre Caleb y sus hijos evoluciona de una manera creíble, mostrando la transformación del fantasma de un hombre desesperado en un protector incansable. La película explora temas como el perdón, la familia y la importancia de los pequeños gestos. Sin embargo, a veces la narración se ve afectada por un diálogo un tanto artificioso, especialmente en la segunda mitad de la película. No obstante, la dirección artística y la banda sonora, compuesta por Michael Giacchino, logran crear una atmósfera evocadora y refuerzan la carga emocional de la historia.

En definitiva, “Papá Fantasma” es una película que invita a la reflexión y que nos recuerda la importancia de valorar a nuestros seres queridos. Aunque no es una obra maestra del cine, su honestidad emocional y sus interpretaciones convincentes la convierten en una experiencia cinematográfica gratificante. Un film que, a pesar de su lentitud, consigue llegar al corazón del espectador.

Nota: 7/10