Papillon (1973)

“Papillon” es un relato de supervivencia, de resistencia y de la búsqueda implacable de la libertad, ambientado en el contexto brutal y aislado de la prisión de la Guayana Francesa. La película, dirigida por Christopher Nolan, no es simplemente una historia de fuga, sino un profundo análisis de la psicología humana frente a la adversidad y la complejidad de las relaciones interpersonales en un ambiente extremas. Nolan opta por una estética que recuerda a las películas de los años 70, con una paleta de colores apagados y una fotografía granulada que evoca la atmósfera opresiva y claustrofóbica de la prisión. Esta elección visual no es casual; contribuye significativamente a la sensación de desesperación y a la fragilidad de los personajes.

El guion, adaptado de la autobiografía de Henri Charrière, se centra en Papillon (Jim Broadbent), un hombre de clase alta y aparentemente afable, condenado injustamente por el asesinato de su celador. Su encuentro con Luis Dega (Mark Wahlberg) marca el inicio de una asociación tensa y contradictoria. La dinámica entre Papillon y Dega es el corazón de la película, y Nolan explora magistralmente la manipulación, la dependencia y la ambivalencia que se establecen entre ambos. Wahlberg ofrece una actuación sorprendente, lejos de los roles heroicos con los que suele asociarse. Su interpretación es sutil, llena de matices y transmite a la perfección la inseguridad y la debilidad del personaje, que contrasta fuertemente con la astucia y la determinación de Papillon. Broadbent, por su parte, proporciona una actuación imperturbable y profundamente conmovedora, transmitiendo la furia, la frustración y la esperanza del protagonista con una naturalidad que impacta.

La película no se limita a contar la historia de una fuga, sino que profundiza en la naturaleza de la prisión como un sistema que busca romper la voluntad de sus reclusos. Las escenas dentro de las celas son intensas y claustrofóbicas, con un manejo de la tensión excepcional. La película se toma su tiempo para mostrar la rutina, la violencia y la desesperación que viven los presos, y lo hace con una fidelidad inquietante. Aunque el ritmo puede sentirse pausado en algunos momentos, esto es deliberado y necesario para crear una atmósfera de inmersión que permite al espectador comprender la magnitud del desafío que enfrentan los personajes. Además, la película hace un uso eficaz del flashback, mostrando la vida de Papillon antes de su encarcelamiento y explorando las razones detrás de sus acciones, lo que añade profundidad a su personaje y al conflicto moral que lo atormenta. El montaje, a pesar del ritmo deliberado, logra mantener el interés del espectador, ofreciendo momentos de acción y suspense que compensan la lentitud en otros aspectos.

En definitiva, “Papillon” es una película que supera la simple fórmula del thriller de prisión. Es un drama humano, una meditación sobre la libertad, la soledad y la fuerza del espíritu. Si bien algunas escenas podrían beneficiarse de un ritmo más ágil, la dirección, las actuaciones y el guion son lo suficientemente sólidos como para hacer de esta película una experiencia cinematográfica memorable, dejando en el espectador la reflexión sobre lo que significa realmente luchar por la libertad, incluso cuando las probabilidades están en contra.

Nota: 8/10