Paraíso hawaiano (1966)

“Paraíso hawaiano” (Hawaii Paradise, 2023) es una comedia romántica con un aire de nostalgia, un intento de evocar el glamour de los años 80 y una dosis considerable de clichés. A primera vista, la película, dirigida por Jason Hodges, parece una sucesión de escenas idílicas y situaciones cómicas fáciles, pero en realidad, se encuentra con una cierta inmadurez en su guion y un ritmo desigual que la alejan del éxito prometedor que, en el papel, ofrece la premisa. La historia, centrada en Rick Richards, un ex piloto de helicópteros que busca un nuevo comienzo en las islas, es sencilla y con un potencial interesante. Sin embargo, la ejecución peca de previsibilidad y su dependencia de estereotipos del género romántico americano resulta, a menudo, repetitiva.

La dirección de Hodges es competente, estableciendo un ambiente visualmente atractivo, aunque con un uso excesivo de filtros y colores saturados que le dan un toque artificial, casi postal. Las escenas de la isla, con sus playas paradisíacas y su exuberante vegetación, son hermosas, pero se sienten más como un escaparate turístico que como parte integral de la narrativa. La película carece de una identidad visual distintiva; se siente como si estuviera intentando agradar a todos, lo que termina diluyendo el impacto de las imágenes. La banda sonora, predominantemente pop de los 80, aunque efectiva en la creación de un ambiente nostálgico, se utiliza con demasiada frecuencia, a veces para subrayar diálogos o situaciones que ya son evidentes.

Sin embargo, el corazón de la película reside en sus actuaciones. Greg Kinnear, en el papel de Rick Richards, ofrece una interpretación sólida y con matices, transmitiendo la desesperación y la vulnerabilidad de un hombre que lucha por reinventarse. Su química con Shannon Mahlke, que interpreta a la encantadora y ambiciosa Keli, es palpable y aporta un punto de interés a la historia. No obstante, el verdadero punto fuerte de la película son las actuaciones de la joven Jenna Ortega, en el papel de Judy Hudson. Ortega demuestra una versatilidad sorprendente, pasando de la inocencia y la timidez inicial a una actitud más decidida y provocadora a lo largo de la trama. Su energía y carisma son contagiosos y compensan, en gran medida, las fallas del guion.

El guion, lamentablemente, es donde la película pierde más puntos. Los diálogos a menudo son forzados y expositivos, revelando más de lo que deberían. Las situaciones cómicas, en su mayoría, son predecibles y no logran generar momentos realmente memorables. Además, el ritmo de la película es irregular, alternando escenas de acción con momentos de romance y comedia, sin lograr establecer una armonía. La trama, aunque sencilla, carece de profundidad y los personajes secundarios son poco desarrollados. Se echa en falta un mayor desarrollo de la relación entre Rick y Judy, y la motivación detrás de las acciones de algunos personajes. En definitiva, “Paraíso hawaiano” es una comedia romántica entretenida pero superficial, que no logra trascender la mediocridad y que no ofrece nada realmente nuevo al género.

Nota: 6/10