“Parásitos” (Gisaengchung) de Bong Joon-ho no es simplemente una película, es una experiencia visceral, una disección implacable de las desigualdades sociales con una estética que oscila entre la comedia negra y el thriller psicológico. Bong Joon-ho, director coreano de renombre, logra construir una narrativa compleja y sorprendentemente inquietante, que te atrapa desde el primer plano y no te suelta hasta el desenlace, que te deja con un amargo sabor en la boca.
La película se centra en las vidas entrelazadas de dos familias: los Kim, un hogar modesto pero lleno de sueños frustrados, encabezado por el patriarca Ki-taek (Song Kang-ho), y los Park, una familia adinerada que vive en una lujosa casa de bunker. El punto de partida, la necesidad desesperada de los Kim por un ingreso, se convierte en un detonante para una serie de eventos que revelan una profunda y aterradora brecha entre las clases sociales. La comedia, intrincada y sutil, es un mecanismo de defensa, una armadura contra la angustia que sienten las familias, pero también es la herramienta principal que Bong Joon-ho utiliza para exponer la precariedad de los sectores más bajos. Lo que empieza como una pequeña interacción de "ayuda" se transforma rápidamente en una situación de creciente tensión, donde la astucia y la desesperación se convierten en las principales armas.
Las actuaciones son, sencillamente, excepcionales. Song Kang-ho ofrece una interpretación magistral como Ki-taek, un hombre atrapado en un limbo social, que se ve obligado a recurrir a estrategias poco ortodoxas para sobrevivir. Lee Sun-kyun, como el Sr. Park, captura a la perfección la fachada de riqueza y sofisticación que oculta una personalidad frágil y, en última instancia, vulnerable. El resto del elenco, incluyendo a Cho Woo-sik, Jung Ho-yeon y Jang Hye-jin, contribuyen con interpretaciones sólidas que dan vida a un mundo distópico donde la ambición y la desesperación son fuerzas omnipresentes. La película se beneficia enormemente de la química entre los actores, que transmiten la complejidad de sus personajes y la tensión latente entre ellos.
Lo que realmente distingue a "Parásitos" es el guion de Bong Joon-ho y sus colaboradores. La película no solo critica el sistema, sino que lo hace de una manera inteligente y multifacética. La dirección de arte, con sus contrastes visuales entre los dos mundos, y la banda sonora, cuidadosamente elaborada, refuerzan la atmósfera opresiva y la sensación de inminente peligro. La película juega con las expectativas del espectador, sorprendiéndole en cada giro y manteniéndolo constantemente al borde del asiento. El final, particularmente, es un ejercicio de brillantez narrativa y una reflexión sombría sobre la naturaleza humana y la inevitable lucha por la supervivencia. No es una película fácil de ver, pero es una experiencia cinematográfica inolvidable que invita a la reflexión y al debate.
Nota: 9.5/10