Paro clínico (1992)

“Paro clínico” no es solo una película, es una disección quirúrgica de la burocracia y la ética médica, envuelta en un thriller psicológico que te mantiene al borde de tu asiento. La dirección de Duncan Scott se caracteriza por una atmósfera de opresión constante, una meticulosa atención al detalle que refleja la rigidez del sistema que se va a exponer, y un ritmo narrativo que, aunque pausado en ocasiones, es sorprendentemente efectivo para generar tensión. Scott evita caer en la simplificación, permitiendo que la película fluya con la lentitud deliberada de un proceso administrativo, lo que puede resultar frustrante para algunos espectadores, pero que, en última instancia, potencia la sensación de claustrofobia y desesperanza.

El núcleo de la película reside en las actuaciones de Hugh Sutherland y Michael Fassbender. Sutherland, como el joven doctor Peter Morgan, interpreta con una sutileza inquietante la ambición y la gradual desilusión de un hombre que se ve forzado a cuestionar sus valores. Su personaje evoluciona de manera palpable, pasando de un pragmatismo calculador a una profunda desconfianza en el sistema. Sin embargo, es Fassbender quien realmente se lleva la palma. Su doctor Richard Sturgess es un personaje complejo, marcado por una experiencia pasada que lo impulsa a desafiar las normas con una convicción inquebrantable. La química entre ambos actores es notable, generando un diálogo cargado de tensión y una dinámica palpable de admiración y resentimiento. La interpretación de Fassbender es, sin duda, la columna vertebral de la película.

El guion, firmado por Duncan Scott, Scott Frank y James Alexander, es la joya de la corona. Si bien el tema de la corrupción y la burocracia ya no es nuevo en el cine, “Paro clínico” lo aborda con una profundidad y un realismo inquietantes. La trama se va tejiendo lentamente, revelando cada vez más obstáculos y trampas para el protagonista. La película no ofrece soluciones fáciles, sino que plantea preguntas incómodas sobre la responsabilidad, la moralidad y la condición humana. La película no se limita a mostrar el error del sistema; explora la vulnerabilidad de los individuos que lo operan y la dificultad de mantener la integridad ante la presión y la soledad. La película se beneficia de un guion que evita el melodrama y se concentra en las consecuencias psicológicas del conflicto.

A pesar de la atmósfera sombría y el ritmo deliberado, “Paro clínico” es una película rica en matices y con un final que deja al espectador reflexionando. No es una película fácil de ver, ni tampoco intenta serlo, pero su mensaje es poderoso y su ejecución, en general, muy bien lograda. La banda sonora, discreta pero efectiva, contribuye a crear la sensación de aislamiento y desesperación. Si bien algunos podrían encontrarla lenta, la película recompensa la paciencia con una historia que, al final, es sorprendentemente conmovedora y provocadora.

Nota: 7.5/10