“Partes Privadas” no es una biografía, sino más bien una disección frenética de la psique de un hombre: Howard Stern. Jonathan Demme, director conocido por sus piezas magistrales como “El Silencio de los Inocentes”, nos entrega aquí un retrato incómodo y, en última instancia, fascinante de un individuo que desafió constantemente las normas y la moral en su búsqueda del éxito en la radio. El filme, lejos de glorificar al personaje, lo expone a la luz de sus propias contradicciones y obsesiones, revelando una figura compleja, a veces repulsiva, pero siempre cautivadora.
La dirección de Demme es, como suele ser habitual en su obra, precisa y observacional. No se trata de un melodrama grandilocuente, sino de una serie de escenas íntimas, fragmentadas y aparentemente desconectadas que, en conjunto, forman un retrato coherente. La cámara se adentra en el studio de radio, en el apartamento de Stern, en sus encuentros con sus invitados más controvertidos. La puesta en escena es deliberadamente cruda, evitando la idealización y centrándose en los detalles que definen la personalidad del protagonista. Demme, a pesar de la aparente oscuridad del tema, consigue mantener un equilibrio entre el humor negro y la introspección, sin nunca perder el control de la narrativa.
Robert Downey Jr. ofrece una interpretación sobresaliente. Su interpretación de Stern no es una imitación literal, sino una alquimia que capta la esencia del locutor: su energía inagotable, su audacia, su descaro y, sobre todo, su vulnerabilidad oculta. Downey Jr. se sumerge en el personaje con una convicción total, mostrando sus momentos de brillantez y sus momentos de profunda inseguridad. El actor transmite la locura y el caos interno de Stern sin caer en la caricatura, logrando crear una figura relatable a pesar de sus acciones más polémicas. La química con los otros actores, especialmente con Paul Rudd y Jude Law, es palpable y contribuye a la credibilidad de las dinámicas del estudio de radio.
El guion, coescrito por Demme, Downey Jr. y Eric Roth, es afilado y provocador. La película se centra en los años 80 y 90, cuando Stern desafió las convenciones de la radio comercial y se convirtió en una sensación. El guion no rehúye las controversias y las polémicas que rodearon a Stern, pero tampoco las utiliza como un mero artificio narrativo. En cambio, las explora con honestidad, mostrando las consecuencias de sus decisiones y el impacto que tuvo en su vida personal y profesional. La película se centra en el proceso creativo, en la lucha por mantener el control del programa y en la constante necesidad de Stern de encontrar nuevas formas de provocar y entretener a su audiencia.
En definitiva, “Partes Privadas” es una película inquietante, divertida y sorprendentemente profunda. Es un examen de la naturaleza de la fama, el poder de la radio y las límites de la libertad de expresión. Una obra que desafía al espectador a cuestionar sus propios valores y a reflexionar sobre la relación entre el artista y su público. No es una película fácil de ver, pero es, sin duda, una experiencia cinematográfica inolvidable.
Nota: 8/10