Partida (1985)

“Partida” de Fernando Poe Jr. no es simplemente un thriller criminal; es un alegoría visceral sobre la corrupción, la justicia, y la fragilidad del heroísmo en la Manila de los años 70. Poe Jr., con su imponente presencia y su capacidad innegable para transmitir la intensidad emocional, ofrece una interpretación de Ben Serrano que trasciende la mera actuación. No se trata solo de interpretar a un policía, sino de encarnar la lucha interna de un hombre que se ve arrastrado por las consecuencias de un error, obligado a defender su honor y su vida en un sistema corrupto que lo considera el enemigo.

La dirección de Poe Jr. es, en general, sólida, aunque a veces se permite concesiones en el ritmo narrativo que, en algunos momentos, se sienten un tanto desordenadas. Sin embargo, la atmósfera opresiva de Manila, con sus calles laberínticas, sus luces parpadeantes y su constante ruido, se consigue gracias a la fotografía y al diseño de producción, creando una sensación palpable de peligro y desesperación. La película evoca con fuerza el contexto social y político de la época, utilizando la amenaza constante de la violencia y la complicidad de las autoridades para subrayar la imposibilidad de la justicia real.

La película se destaca especialmente por las actuaciones. Ben Serrano, interpretado por Poe Jr., es un personaje complejo y multifacético. No es un héroe perfecto, es un hombre que comete un error, pero que persiste en su búsqueda de justicia, incluso si eso significa enfrentarse a fuerzas mucho más poderosas que él. Las actuaciones de los actores secundarios, en particular de aquellos que interpretan a los miembros de la familia de la víctima, son igualmente convincentes y contribuyen a enriquecer la trama. La desesperación y el miedo que transmiten son palpables, demostrando una gran habilidad actoral que es un sello distintivo del trabajo de Poe Jr.

El guion, aunque a veces recurre a tropazos narrativos y a una sensación de impunidad por parte de los antagonistas, presenta una reflexión profunda sobre la moralidad, la clase social y la dificultad de encontrar la verdad en un mundo dominado por la mentira y la corrupción. La trama, con sus giros inesperados y sus momentos de tensión dramática, mantiene al espectador enganchado desde el principio hasta el final. Sin embargo, la película podría haber beneficiado de una mayor exploración de las motivaciones de algunos personajes y de un desarrollo más sutil de algunos aspectos de la trama. El clímax, aunque impactante, podría haberse hecho más contundente si se hubiera profundizado en las implicaciones de la victoria final de Serrano.

A pesar de sus defectos, “Partida” es una película imprescindible para entender el cine filipino y el legado de Fernando Poe Jr. Una obra que, más de 50 años después de su estreno, sigue siendo relevante por su mensaje y por su capacidad para generar empatía en el espectador.

Nota: 8/10