Party Girl (1995)

“Party Girl” es un ejemplo perfecto de la comedia pastelera de los noventa que, paradójicamente, logra entretener sin llegar a ser memorable. La película, dirigida por Jay White, se basa en una premisa simple pero efectiva: una joven con un pasado problemático y una vida nocturna intensa busca redención a través del trabajo y, quizás, un poco de estabilidad. Sin embargo, la ejecución, aunque entretenida, revela algunas inconsistencias y carencias que la alejan de ser una obra particularmente destacada.

La protagonista, interpretada con una cierta naturalidad por Melissa George, nos presenta a Mary, una chica con un atractivo crudo y una personalidad a medio desarrollar. La película explora su lucha por escapar de sus errores pasados y por encontrar un propósito en la vida, pero esta búsqueda a menudo se siente superficial. La dirección de Jay White se limita a observar a los personajes, sin profundizar en sus motivaciones o en la complejidad de sus emociones. Se prioriza el ritmo rápido y las situaciones cómicas, a veces a expensas de construir una conexión real con la protagonista.

La película depende fuertemente de las actuaciones, y George ofrece un trabajo sólido. Su interpretación de Mary es convincente, transmitiendo la frustración y el deseo de cambio de la joven. El resto del elenco, incluyendo a la tía Judy, interpretada por Beverly D’Angelo, cumple su función, aunque ninguno alcanza un nivel particularmente memorable. Sin embargo, el guion, escrito por James Dale Robinson, es donde la película realmente se debilita. Las situaciones se vuelven predecibles, los diálogos, a menudo expositivos, y la comedia, basada en bromas fáciles y situaciones embarazosas, se siente forzada. La trama, aunque inicialmente interesante, se simplifica en un punto determinado, perdiendo interés y la resolución, aunque satisfactoria, no es particularmente original.

A pesar de sus defectos, “Party Girl” cuenta con algunos momentos agradables, especialmente en las escenas que muestran el contraste entre la vida nocturna y el entorno más tranquilo de la biblioteca. La banda sonora, con canciones de los ochenta y noventa, contribuye a crear una atmósfera retro que es innegablemente atractiva. La película trata de abordar temas como la redención, la autoestima y las consecuencias de las decisiones pasadas, pero lo hace de una manera bastante ligera. No pretende ser una reflexión profunda; se contenta con ofrecer una comedia ligera y fácil de consumir, ideal para una noche de cine sin grandes pretensiones.

Nota: 5/10