“Pasión por vivir” (Vive ma vie, 2013) es una película que, a primera vista, parece una reiteración de temas ya explorados en el cine fantástico, pero que, en el fondo, se revela como una meditación profunda y conmovedora sobre la soledad, el duelo y la búsqueda desesperada de significado en la vida. La película, dirigida por Olivier Nakache y Éric Toledano, nos presenta a Laura (Juliette Binoche), una viuda francesa que, tras la repentina muerte de su esposo, se refugia en la creación de vidas paralelas dentro de sus sueños. A través de estos mundos oníricos, Laura escapa temporalmente de la devastación de su pérdida y experimenta intensos momentos de felicidad, amor y aventura, todo ello en un marcado contraste con su existencia en la sombría campiña francesa.
La dirección de Nakache y Toledano es, sin duda, el corazón de la película. Logran tejer una atmósfera onírica y envolvente que no resulta forzada ni artificiosa. La banda sonora, por parte de Nils Frahm, se entrelaza de forma sutil pero efectiva con las imágenes, acentuando la ambigüedad entre la realidad y la fantasía. El tratamiento visual es deliberadamente minimalista, permitiendo que la emoción y la interpretación del espectador sean centrales. No se regalan explicaciones, sino que se presenta un misterio que invita a la reflexión y al debate sobre el estado mental de Laura.
Juliette Binoche ofrece una actuación magistral. Su interpretación es sutil, casi silenciosa en gran parte, pero transmitiendo una profundidad emocional inmensa. La mirada de Binoche, su postura, su lenguaje corporal, todos estos elementos contribuyen a que el espectador se conecte con el dolor y la desesperación de Laura. Lejos de recurrir a la sobreactuación, Binoche logra comunicar la complejidad de la situación de su personaje con una honestidad y una vulnerabilidad palpables. Los co-protagonistas, interpretados por Denis Ménochet y Swann Arlaud, también ofrecen actuaciones sólidas, creando relaciones convincentes dentro de estos universos paralelos.
El guion, co-escrito por los mismos directores, es uno de los puntos fuertes de la película. Evita caer en clichés y explora las motivaciones de Laura con una sensibilidad notable. La película no busca un mensaje moralizante, sino que se centra en la experiencia subjetiva de un personaje que lucha por reconstruir su vida después de una tragedia. La trama, aunque aparentemente sencilla, es rica en simbolismo y abierta a múltiples interpretaciones. El final, especialmente, es ambiguo y deja al espectador con la sensación de que el proceso de Laura está lejos de terminar, ya que su búsqueda de la felicidad no es una solución definitiva, sino un viaje constante.
“Pasión por vivir” no es una película fácil de ver, pues toca temas delicados y complejos. Sin embargo, es una experiencia cinematográfica profundamente estimulante y memorable. Es una película que permanece en la mente mucho después de que los créditos finales han terminado de rodar, obligándote a cuestionar la naturaleza de la realidad, la importancia de las relaciones humanas y la búsqueda del propio propósito en la vida.
Nota: 8/10