Patoruzito (2004)

“Patoruzito” (2003) de Javier Rebolledo es una película que, en su momento, generó una gran expectación y un debate apasionado. Mirándola con la perspectiva del tiempo y con la sensibilidad de un espectador moderno, resulta una obra compleja, a menudo frustrante, pero que definitivamente merece ser analizada y discutida. No es una película fácil, ni tampoco pretende serlo, y su singularidad reside precisamente en su rechazo a las convenciones narrativas más tradicionales.

El film se centra en la búsqueda de Patoruzito, un joven que, marcado por una tragedia familiar, se embarca en un viaje que se presenta como una búsqueda del honor y la redención. Sin embargo, esta premisa inicial se diluye rápidamente en un flujo de imágenes, sonidos y fragmentos aparentemente aleatorios. La dirección de Rebolledo es audaz, incluso al extremo. A menudo, la película se siente como un collage, donde la relación entre las escenas no es siempre clara, dejando al espectador en un estado perpetuo de incomodidad, pero también de fascinación. La puesta en escena es minimalista, casi austera, lo que acentúa el impacto de la crudeza del material. La fotografía, a cargo de José Luis Alcázar, es notable por su tonalidad sepia y su atmósfera opresiva, que refuerza la sensación de desasosiego.

El guion, escrito por Rebolledo y Juan Antonio Bardem, es sin duda el elemento más controvertido de la película. Es deliberadamente ambiguo, con diálogos fragmentados, personajes esquivos y una narrativa que se desgarra constantemente. La película no ofrece respuestas fáciles ni conclusiones definitivas. Es más una experiencia sensorial y emocional que una historia lineal. En este sentido, la actuación de Javier Godino como Patoruzito es esencial. Godino transmite con precisión la confusión, la rabia, el dolor y la desesperación del personaje, y a pesar de la ambigüedad del guion, logra crear una conexión emotiva con el espectador. Las actuaciones secundarias, especialmente las de María Valverde y Diego Luna, son sólidas, aunque a menudo se pierden en la atmósfera general de la película.

El mayor problema de "Patoruzito" reside, sin duda, en su exceso de formalismo y en su dificultad para conectar con el espectador. La película no se ofrece al público de la mano, sino que lo arrastra a un territorio inexplorado. Sin embargo, esa misma dificultad es lo que la convierte en una obra única e inolvidable. No es una película para todos los gustos, pero para aquellos que se aventuren a enfrentarse a su complejidad, “Patoruzito” puede resultar como una de las películas más impactantes y memorables del cine español contemporáneo. Es una obra que cuestiona las convenciones, que desafía la interpretación y que obliga al espectador a participar activamente en la construcción del significado.

Nota:** 7/10