“Pecata minuta” es una comedia dramática que, a pesar de su evidente inspiración en la comedia española de los años 80, logra mantener una frescura sorprendente y una mirada crítica hacia la tradición religiosa y las tensiones generacionales. La película, dirigida por Enric Morales, no intenta ser una sátira ácida ni una crítica sistemática, sino que se centra en la particular experiencia de un grupo de monjas que, tras veinte años de clausura, deciden aventurarse en el mundo exterior. La premisa, en sí misma, es intrigante y sirve como punto de partida para una reflexión sutil sobre la búsqueda de la libertad y la aceptación de la imperfección.
La dirección de Morales es notable. Se evita la sobreexposición y la excesiva teatralidad, optando por un estilo naturalista que favorece la conexión con los personajes. El ritmo es pausado, lo que permite al espectador absorber las dinámicas entre las cuatro monjas y el capellán, el Padre Rafael. La película no se apresura en revelar sus secretos o en lanzar juicios definitivos; deja espacio para la interpretación y la empatía. La ambientación, con un enfoque en el interior del convento y los pequeños pueblos de la provincia, es exquisita y contribuye a la atmósfera de calidez y cercanía que caracteriza a la película. La fotografía, cuidada pero discreta, enfatiza los colores cálidos y la luz natural, creando una experiencia visualmente agradable y evocadora.
El núcleo de la película reside en el grupo de monjas. Las interpretaciones de Marta Torrella, como Sor Asun, y de Laura del Pozo, como Sor Rufina, son particularmente convincentes. Sus personajes son complejos, con virtudes y defectos que las hacen humanas y redondas. El resto del reparto – María Morales, Carmen Maura, y especialmente, el veterano José Luis Cayo como el Padre Rafael – complementan la dinámica de grupo con matices y humor sutil. El personaje del Padre Rafael es central: un hombre de fe en crisis, que se ve confrontado a las dudas y a las contradicciones del mundo moderno. Cayo, en esta interpretación, ofrece una actuación madura y conmovedora, transmitiendo la incomodidad y la búsqueda de sentido de su personaje con gran sutileza.
El guion, aunque no especialmente original, está bien construido y plantea preguntas interesantes sobre la identidad, la fe y la sociedad. La película evita los clichés y las soluciones fáciles, presentando un retrato realista de la vida religiosa en la España contemporánea. Las secuencias en el exterior, especialmente las relacionadas con el contacto con los habitantes del pueblo, son particularmente destacadas, ya que permiten explorar las diferencias generacionales y las tensiones sociales. La comedia, presente a lo largo de la trama, está integrada de forma natural, sirviendo más como un mecanismo de alivio dramático que también invita a la reflexión. La película, en definitiva, no ofrece respuestas simples, sino que plantea un debate abierto sobre temas como la libertad individual, la tradición y la búsqueda de la felicidad.
Nota: 7/10