Penitenciaría 2 (1982)

“Penitenciaría 2” es una película que, sin duda, provoca una respuesta visceral. No es una obra maestra cinematográfica, ni mucho menos, pero sí un ejercicio de tensión y un retrato implacable del impacto del pasado en el presente. La película, dirigida por Álex de la Iglesia, explora la fragilidad de la redención y las secuelas profundas de la violencia, construyendo una atmósfera de pesadilla suburbana que se siente extrañamente real.

La película se centra en Samuel, interpretado con una intensidad convincente por Eduard Fernández. Su personaje es una sombra de sí mismo, consumido por la culpa y la promesa rota de volver a la legalidad. Fernández logra transmitir la soledad, el miedo y el constante conflicto interno de Samuel de una manera impresionante. Su interpretación no se limita a la mera representación física, sino que va mucho más allá, comunicando el tormento emocional que lo atormenta. La dirección de Fernández es particularmente notable: se centra en la mirada del protagonista, intensificando el drama y la sensación de claustrofobia. La película no busca justificaciones para la violencia, sino que la muestra como un producto de un sistema corrupto y de las decisiones individuales.

La película se aleja de la estética brutalista del original, optando por una estética noir contemporánea con una paleta de colores apagados y una fotografía cuidadosa que acentúa la sensación de opresión. La dirección artística es un elemento clave del éxito de la película: la ambientación, los espacios interiores y la iluminación contribuyen significativamente a la creación de una atmósfera perturbadora y realista, evitando el uso excesivo de clichés del género.

El guion, aunque no es excepcionalmente complejo, sí que posee una fuerza narrativa considerable. La historia no se basa en grandes giros argumentales, pero sí en la construcción gradual de la tensión y el desarrollo de los personajes. El ritmo es pausado, permitiendo al espectador sumergirse en la vida de Samuel y sus fantasmas. La subtrama romántica, centrada en la novia de Samuel, añade una capa de tragedia y desesperación a la narrativa, aunque a veces se siente un poco forzada. Sin embargo, la forma en que la película explora la pérdida y la culpa es efectiva y conmovedora.

A pesar de algunas carencias en el desarrollo de ciertos personajes secundarios y una cierta dependencia del tono existencialista, “Penitenciaría 2” logra generar una experiencia cinematográfica inquietante y memorable. Es una película que plantea preguntas incómodas sobre la justicia, la redención y la naturaleza humana, y que deja una huella en el espectador mucho después de que los créditos finales hayan rodado. Se aleja de la espectacularidad y se enfoca en la psicología de sus personajes y la atmósfera de desesperación que lo envuelve. Es una película que no busca entretener, sino que busca provocar.

Nota: 7.5/10