People (2004)

“People” de Asim Akthar, es una película con una propuesta audaz: explorar la hipérbole del deseo, la búsqueda de la autenticidad en un mundo de simulacros y, sobre todo, la desconexión que genera la obsesión por el éxito y el estatus. La película no pretende ser un retrato realista de la jet set, sino más bien un espejo retorcido de sus vicios y una crítica sutil, aunque a veces torpe, al vacío de valores que define a ese entorno.

Rupert Everett ofrece una actuación magistral, sin duda. Su interpretación de Charles de Poulignac es absolutamente convincente. Everett domina la dicotomía entre la decadencia del personaje y la persistente esperanza de redención. Su Charles es un hombre atormentado, un producto de su propia ambición y, a su vez, víctima de un sistema que ha condenado su espíritu. La fragilidad emocional que Everett transmite es palpable, y es precisamente esa vulnerabilidad la que nos hace empatizar con él, incluso cuando sus acciones son moralmente cuestionables. Su diálogo, en particular, está lleno de una ironía mordaz y de un humor negro que resalta la absurdidad de su situación.

José García, como John-John, es igualmente impresionante. El personaje, al principio presentado como un extrovertido y aparentemente superficial organizador de fiestas, se revela gradualmente como un individuo excepcionalmente perspicaz y sensible. La película explora la idea de que la verdadera conexión humana se encuentra más allá de la apariencia, y García interpreta esta complejidad con una sutileza que cautiva. Su mirada, llena de una melancolía contenida, sugiere que tras la fachada festiva hay un alma en pena. La química entre Everett y García es fundamental para el desarrollo de la trama y aporta una textura emocional muy rica a la película.

El guion de Akhtar es, a mi juicio, donde reside el mayor defecto de la película. Si bien la premisa es interesante y el concepto de "la gente" como un catalizador de la verdad es intrigante, la ejecución a veces resulta excesiva y predecible. El ritmo se alterna entre momentos de tensión genuina y escenas que se sienten artificiales y forzadas. La película, en su intento de exponer la hipocresía del jet set, a veces cae en la caricatura, llegando a momentos que, aunque divertidos, no aportan valor narrativo. No obstante, la dirección de fotografía, con sus colores vibrantes y su estética cinematográfica evocadora, es notable y contribuye a crear una atmósfera particular y singular. El diseño de producción, impecable, recrea con detalle el glamour y la decadencia de Ibiza.

“People” no es una película fácil de ver. Requiere paciencia y una cierta disposición a aceptar sus fallos. Sin embargo, la actuación de Rupert Everett, la atmósfera que crea la película y la reflexión que plantea sobre la búsqueda de la autenticidad la convierten en una experiencia cinematográfica memorable, aunque no exenta de matices. Es una película que te hace cuestionar qué es la verdadera felicidad y si es posible encontrar la conexión humana en un mundo dominado por la apariencia.

Nota: 7/10