Pepito Piscinas (1978)

“Pepito Piscinas” es una comedia española que, en lugar de buscar la originalidad o la crítica social, se sumerge de lleno en el cliché del personaje cómico sin complejos y en la atmósfera de la costa mediterránea. La película, dirigida por Juan del Val, no intenta revolucionar el género; más bien, abraza el tono ligero y a veces paródico, ofreciendo una experiencia de entretenimiento más que de reflexión profunda. La película, en esencia, es una sátira agridulce de la cultura del lujo, la aspiración vacía y la soledad disfrazada de éxito.

El protagonista, interpretado con una naturalidad que solo puede atribuirse a Javier Bardem, es un personaje entrañable, a la vez exasperante y simpático. Bardem, con su habitual expresión de “yo soy el que te libra”, consigue transmitir la esencia de Pepito Piscinas: un hombre que se ha construido una identidad basada en la apariencia y la falsedad, un refugio frente a su propia inseguridad. Su interpretación no busca la grandilocuencia, sino la honestidad en la representación de un personaje que, en el fondo, anhela ser amado y valorado.

La dirección de Juan del Val es precisa y se centra en la creación de un ambiente festivo y un tanto desinhibido. La película se beneficia enormemente de la estética visual, con planos que resaltan los colores vibrantes de Marbella, la luz cálida de la tarde y el ambiente bullicioso de los bares y restaurantes. Sin embargo, esta puesta en escena, aunque cuidada, a veces resulta excesiva, llegando incluso a la saturación. El ritmo es pausado, permitiendo que el espectador absorba la atmósfera y se familiarice con los personajes, aunque podría haberse beneficiado de momentos más ágiles para mantener la tensión narrativa.

La trama, aunque previsible, funciona con soltura gracias a la química entre Bardem y la actriz que interpreta a la millonaria viuda, María Valverde. La relación entre ambos se construye con humor y cierta ternura, explorando la idea de que a veces la verdadera conexión se encuentra en lo inesperado. El guion, por otro lado, recae en diálogos ingeniosos y situaciones cómicas, aunque algunos momentos resultan un poco forzados. No obstante, la película evita caer en estereotipos simplistas, mostrando a los personajes con sus virtudes y defectos, ofreciendo una visión matizada de la vida en la costa española.

En definitiva, “Pepito Piscinas” es una comedia agradable y divertida, con un protagonista entrañable y una puesta en escena visualmente atractiva. No es una obra maestra cinematográfica, pero ofrece un buen rato y recuerda que, a veces, las máscaras que usamos para protegernos pueden ocultar un corazón vulnerable.

Nota: 6.5/10