Pequeño gran hombre (1970)

“Pequeño gran hombre” (Little Big Man) no es simplemente una película de western; es una reflexión profunda y atrevida sobre la historia, la identidad y la naturaleza de la violencia. La película, adaptada de la novela de Thomas Berger, utiliza una estructura narrativa audaz, un *flashback* complejo que se entrelaza con la realidad presente, para explorar la vida de Jack Crabb, un anciano de 121 años que, según él, sobrevivió a la Batalla de Little Bighorn y vivió entre los Sioux. Esta estructura, lejos de ser un recurso estilístico gratuito, es el corazón palpitante de la película y el motor de su mensaje. Richard Pearce, en su dirección, maneja el ritmo con maestría, equilibrando la nostalgia con la crudeza de la vida en el Viejo Oeste, y la distancia temporal con la voz en off de Crabb, quien narra su historia con un sarcasmo agudo y una honestidad brutal.

El guion, en manos de Stirling Silliphant, es brillante. No rehúye la controversia, explorando los horrores de la expansión americana y la deshumanización de los nativos americanos. La película no idealiza ni demoniza a ninguno de los personajes. Los blancos son retratados con sus errores, sus prejuicios y su ambición desmedida, mientras que la perspectiva indígena, aunque filtrada a través de la experiencia de Crabb, se presenta con dignidad y una profunda melancolía. La manipulación de los narradores, con sus distintas voces y perspectivas, crea un mosaico complejo que obliga al espectador a cuestionar las verdades oficiales y a considerar múltiples puntos de vista.

Las actuaciones son, en su conjunto, excepcionales. Dustin Hoffman, en su papel de Jack Crabb, ofrece una interpretación magistral, logrando transmitir la esencia de un hombre marcado por la historia y por una vida de excesos. Su interpretación es sutil, llena de matices y contradicciones. Richard Harris, como el general Custer, es un personaje impasible y frío, pero su presencia se siente como una fuerza destructiva. La película también cuenta con un elenco de secundarios notable, con actuaciones memorables como la de Nelson Kashemer, quien interpreta al jefe indígena Bullhead, con una autenticidad y una fuerza increíble.

Sin embargo, la película no está exenta de imperfecciones. El ritmo puede resultar un poco irregular en algunos momentos, y la extensa duración (más de tres horas) puede resultar ardua para algunos espectadores. No obstante, estas pequeñas irregularidades se diluyen en la riqueza de la historia y en la profundidad de las reflexiones que plantea. “Pequeño gran hombre” no es un western convencional; es una película que te marca, que te obliga a pensar y a cuestionarte tu propia visión del pasado. Es una obra maestra del cine que, a pesar de sus años, sigue siendo tan relevante y provocadora como el día en que se estrenó.

Nota: 9/10