Pequeño Vampiro (2020)

“Pequeño Vampiro” (Little Vampire) es una joya inesperada, una comedia de aventuras oscura con un encanto peculiar que recuerda a los clásicos de la animación occidental, aunque con una sensibilidad más fresca y una pizca de humor británico. Dirigida por Mark Roberts, la película no busca reinventar la rueda del vampirismo infantil; en cambio, se deleita en explorar las expectativas y las frustraciones de un niño vampiro que anhela la conexión humana y la emoción. Roberts consigue un equilibrio perfecto entre la estética gótica y la inocencia infantil, creando un mundo visualmente rico y singular, que parece sacado de un sueño de Guillermo del Toro, pero con un toque más ligero y colorido.

El guion, adaptado de una novela de Paul Collins, es sorprendentemente inteligente. La premisa de un joven vampiro que está hastiado de su vida monótona en una mansión llena de monstruos es una excelente excusa para presentar un elenco de personajes entrañables y excéntricos. Desde la anciana y excéntrica Agatha (una maravillosa Sarah Polley) hasta el gruñón Fantomate (Richard Ayoade) y el torpe pero bienintencionado Bartholomew (Jonathan Hyde), cada uno de ellos aporta su propio sello distintivo a la narrativa. La película no se toma a sí misma en serio, lo que permite que el humor fluya de forma natural y que los personajes se desarrollen con una autenticidad refrescante. La estructura narrativa, que se centra en el viaje de Little Vampire y su búsqueda de amigos, es sólida y mantiene al espectador enganchado desde el principio hasta el final.

Las actuaciones son, en su mayoría, excepcionales. Andrew Bird como Little Vampire consigue transmitir perfectamente la melancolía y la anhelo de conexión del protagonista, sin caer en la caricatura. Su voz, cálida y expresiva, es fundamental para el éxito de la película. Richard Ayoade, conocido por su estilo cínico y sarcástico, ofrece una interpretación particularmente brillante como Fantomate, un vampiro gruñón que oculta un corazón sensible. Sin embargo, las actuaciones secundarias también merecen elogios; todos los monstruos, cada uno con su propio rasgo distintivo, se sienten auténticos y bien desarrollados. La química entre los personajes es palpable, y las escenas de diálogo son, en general, muy divertidas y perspicaces.

Visualmente, “Pequeño Vampiro” es una maravilla. La dirección artística es impecable, y el diseño de producción es exuberante y detallado. El uso de colores, la iluminación y los efectos visuales crean una atmósfera mágica y misteriosa que se adapta a la naturaleza oscura y divertida de la película. La banda sonora, compuesta por Mark Mothersbaugh, complementa a la perfección la acción en pantalla, añadiendo una capa adicional de emoción y atmósfera. La película logra transmitir tanto la nostalgia de los años 80, con sus referencias visuales y musicales, como una frescura moderna que la hace atractiva para un público amplio.

En definitiva, "Pequeño Vampiro" es una película entrañable, divertida y visualmente deslumbrante que ofrece una perspectiva única del género vampírico. No es un hito del cine, pero sí una excelente opción para una noche de cine familiar o para aquellos que buscan una comedia de aventuras oscura y original. Es una película que te deja con una sonrisa en la cara y que te hace preguntarte si un poco de melancolía puede ser una buena cosa.

Nota:** 8/10