Perdedor nato (1981)

“Perdedor Nato” (Weird Science) no es una simple reedición nostálgica de la película original de 1985. Aunque el título, la estética y algunos elementos visuales evocan el espíritu de aquella comedia de ciencia ficción adolescente, la nueva versión de Scott Herzfeld logra construir una experiencia cinematográfica que, paradójicamente, es tanto divertida como reflexiva. La película, ambientada en los años 90, se basa en la premisa de un joven, Gary Lovelace, que, tras una noche de borracho, accidentalmente se convierte en el único sujeto de un experimento científico que le permite manipular el tiempo. Lo que comienza como una divertida aventura de “científico loco” se transforma en una exploración profunda de la soledad, la autoaceptación y las consecuencias de las decisiones.

Herzfeld demuestra una gran habilidad para equilibrar el humor con la emotividad. La dirección es sutil pero efectiva, creando una atmósfera que oscila entre lo absurdo y lo melancólico. El uso de la cámara es dinámico, siguiendo a Gary en sus viajes a través del tiempo, capturando su confusión, su frustración y, finalmente, su crecimiento personal. La película no rehuye de los clichés de géneros como el drama adolescente o el thriller, pero los utiliza con un propósito, dotándolos de una autenticidad que evoca las películas de culto de la década de los 80. La banda sonora, repleta de éxitos de los 80, es, además, un elemento fundamental para sumergirnos en la época y generar la sensación de viaje en el tiempo.

La actuación de Christopher Gale, como Gary, es particularmente notable. Logra transmitir con convicción la transformación del personaje, desde su aislamiento inicial hasta su aceptación de sí mismo. No se trata de una interpretación grandilocuente, sino de una actuación natural y honesta. El resto del elenco secundario, encabezado por una excelente Shannon Appel, como su amiga Melissa, contribuyen a que la historia sea creíble y que la dinámica entre los personajes se sienta real. Se observa un cuidado especial en la caracterización de los secundarios, dándoles una profundidad que evita la caricaturización.

Sin embargo, el guion no siempre alcanza la perfección. Algunas secuencias de acción son un poco apresuradas y carecen del ritmo narrativo que podría haber elevado la película. A pesar de ello, la historia central, que explora temas como la identidad, el rechazo social y el poder de la imaginación, es atractiva y provoca una reflexión sobre la importancia de la autoaceptación. La película no busca ofrecer respuestas fáciles, sino más bien plantear preguntas y dejar que el espectador decida si Gary realmente ha logrado algo significativo a través de sus viajes en el tiempo. En definitiva, “Perdedor Nato” es una película que, aunque no revolucionaria, merece la pena ver y que ofrece una dosis de nostalgia y una perspectiva fresca sobre un género clásico.

Nota: 7/10