Perras furiosas (2009)

“Perras furiosas” (Friendo), la última propuesta de David Mayes, es una experiencia cinematográfica tan visceral y perturbadora que dejará huella, no por su sofisticación narrativa, sino por la intensidad brutal con la que presenta sus imágenes y la ambigüedad moral que genera. Mayes, conocido por su estética visual impactante y su tendencia a desafiar las convenciones del género, vuelve a ello con un proyecto que se aleja considerablemente de la comedia de acción que le catapultó a la fama. Esta vez, se sumerge en un territorio oscuro y perturbador, donde la violencia no es un mero espectáculo, sino una herramienta narrativa fundamental.

La dirección de Mayes es, sin duda, el punto fuerte de la película. La puesta en escena es meticulosa, creando una atmósfera opresiva y claustrofóbica que se intensifica a medida que la tensión aumenta. El uso del color, particularmente el naranja incandescente, contribuye a la sensación de calor, peligro y paranoia. Las composiciones son intrincadas y, en ocasiones, grotescas, empleando ángulos inusuales y primeros planos que acentúan el horror y el desasosiego. Mayes explora la psique de sus personajes con una habilidad inquietante, mostrando sus miedos, sus deseos reprimidos y sus vulnerabilidades. No se trata de una violencia gratuita; cada disparo, cada golpe, tiene una razón, un significado dentro del contexto narrativo.

El reparto, liderado por Brian Tyree Henry, Nicole Kidman y Pedro Pascal, ofrece interpretaciones sólidas y convincentes. Henry, en particular, destaca por su actuación como la figura central, un hombre en crisis existencial que se ve arrastrado a un juego mortal. Kidman, con su habitual elegancia y vulnerabilidad, aporta un matiz de complejidad al personaje que interpreta. Pascal, por su parte, entrega una actuación sutil y amenazante, añadiendo una capa adicional de inquietud a la narrativa. Sin embargo, la película no se centra únicamente en estas tres estrellas; el reparto de apoyo, compuesto por un grupo de personajes excéntricos y perturbados, contribuye a enriquecer el universo narrativo.

El guion, aunque conciso, es efectivo en su ejecución. Se basa en la tensión y la ambigüedad, evitando caer en clichés y ofreciendo un ritmo frenético que mantiene al espectador en vilo. La película plantea preguntas incómodas sobre la moralidad, la traición y el papel del deseo. No ofrece respuestas fáciles y deja al público con la sensación de que lo que acaba de presenciar ha sido solo la punta del iceberg. Es un guion que invita a la reflexión y al debate, más allá de la mera diversión. La estructura narrativa, centrada en un viaje en coche a través del desierto, resulta sorprendentemente eficaz para construir la atmósfera de aislamiento y peligro.

A pesar de su impacto visual y su calidad en la dirección y las actuaciones, “Perras furiosas” no es una película para todos los gustos. Su violencia gráfica y su temática perturbadora pueden resultar desagradables para algunos espectadores. No obstante, para aquellos que aprecien el cine visceral y desafiante, esta película representa una experiencia cinematográfica inolvidable. Es una película que exige una atención plena y que, una vez terminada, permanece en la memoria con una fuerza innegable.

Nota: 8/10