Perro Blanco (1982)

“Perro Blanco” es una película que deja una huella incómoda, un frío persistente en la mente mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar. Dirigida por Curtis Hanson, y coescrita con Fuller, la película se basa en la novela homónima de Romain Gary, un relato inquietante que se aleja del melodrama sentimental al convertirse en una exploración sombría de prejuicios raciales y la violencia latente en la sociedad estadounidense. La película no busca sermonear, sino más bien, presentar un espejo distorsionado a través del cual el espectador se ve obligado a confrontar la posibilidad de la oscuridad que puede residir en el interior de cada uno.

Hanson, conocido por su mirada penetrante en películas como “L.A. Confidential”, demuestra su maestría en la construcción de atmósferas densas y llenas de tensión. El uso de la fotografía es fundamental: la paleta de colores apagados, las sombras alargadas y los interiores claustrofóbicos contribuyen a crear un clima de inquietud constante. La dirección artística es impecable, y la banda sonora, minimalista pero efectiva, intensifica la sensación de peligro inminente. Hanson no se limita a contar una historia; establece un espacio narrativo que se siente palpable, casi como si el espectador estuviera atrapado dentro de él junto con la protagonista.

La película gira en torno a la joven actriz, interpretada con una fragilidad y un creciente horror por Melanie Griffith. Su actuación es sutil pero poderosa, transmitiendo la confusión, el miedo y, finalmente, el culpable rechazo hacia el perro que se convierte en un catalizador de eventos terribles. Griffith logra comunicar la evolución psicológica de su personaje de una manera creíble, mostrando un cambio gradual de indiferencia a la profunda angustia. Sin embargo, la película podría haber profundizado aún más en la exploración de las motivaciones del personaje, permitiéndole un arco narrativo más complejo.

El guion, adaptado de la novela de Gary, es inteligente en su planteamiento. La trama se desarrolla a un ritmo pausado, permitiendo la construcción del suspense y la creación de una atmósfera opresiva. La revelación del origen del perro, y su propósito, es uno de los momentos más impactantes de la película. La historia explora con habilidad las raíces de los prejuicios raciales, no mostrando soluciones fáciles o heroicas, sino revelando cómo pueden arraigar en la sociedad de forma silenciosa e insidiosa. La trama, sin embargo, podría percibirse como algo lenta para algunos espectadores, priorizando la ambientación sobre el desarrollo de algunos personajes secundarios. No obstante, este enfoque contribuye significativamente a la sensación de incomodidad que define la película.

En definitiva, “Perro Blanco” no es una película que entretenga de forma convencional. Es una experiencia cinematográfica desafiante y perturbadora que invita a la reflexión sobre la naturaleza humana, el racismo y la violencia. Es una obra que permanece en la mente, provoquando debate y cuestionamiento incluso después de que los diálogos y las imágenes se hayan difuminado en la memoria.

Nota: 7/10