Perseguido (1987)

“Perseguido” (Predator, 1987) no es solo una película de acción, es un metatexto implacable sobre la violencia, la moralidad y la relación entre el espectáculo y la realidad. Claude Berluschi, a pesar de no ser un director de acción habitual, logra crear una atmósfera de tensión claustrofóbica y perturbadora, utilizando una estética visual que recuerda a las películas de ciencia ficción de los 70, pero con un toque mucho más oscuro y visceral. La película se aleja del bombástico y el recargado que solían caracterizar el género, optando por un enfoque más directo y realista, como si el espectador fuera un testigo silencioso en una máquina de matar desprovista de glamour.

Arnold Schwarzenegger, en un papel que lo define, encarna a Ben Richards, un ex-marine traumatizado y consumido por la culpa, que se ve obligado a participar en este peligroso juego televisivo. La actuación de Schwarzenegger, a menudo relegada a la simple demostración de fuerza bruta, se ve aquí enriquecida por una palpable carga emocional. Richards no es simplemente un héroe implacable, sino un hombre atormentado por sus propios errores pasados, lo que le otorga una profundidad inesperada al personaje. La película explora, con cautela, el precio que se paga por la libertad y la búsqueda de la redención, mostrando un protagonista que lucha contra sus demonios internos tanto como contra los depredadores implacables que lo persiguen.

El guion, adaptado de la novela de Dan O’Bannon, es donde “Perseguido” realmente brilla. No se basa en efectos especiales deslumbrantes o en secuencias de acción gratuitas, sino en la construcción de suspense y la exploración de temas complejos. La película plantea preguntas inquietantes sobre la ética del entretenimiento, la responsabilidad del gobierno y la naturaleza de la violencia. El constante uso de la televisión como ventana a la realidad distópica crea un efecto inquietante, subrayando la idea de que la violencia puede ser normalizada y hasta celebrada en el espectáculo mediático. La tensión aumenta gradualmente, culminando en una persecución brutal y visceral, que se siente orgánica y desesperada. El giro de la trama, revelando la verdadera naturaleza del "depredador", es impactante y añade una capa de complejidad moral a la narrativa.

La dirección de Berluschi, junto con la cinematografía de Tak Fujimoto, es crucial para el éxito de la película. El uso de la iluminación natural y los planos cerrados generan una sensación de encierro y vulnerabilidad. La banda sonora de Jerry Goldsmith, minimalista y tensa, complementa perfectamente la atmósfera opresiva de la película. “Perseguido” no es un blockbuster convencionales, y su ritmo pausado puede resultar lento para algunos espectadores, pero su fuerza reside en su ambición y su capacidad para provocar una reflexión profunda sobre la condición humana y el impacto de la tecnología en la sociedad. Es una película que perdura mucho después de que termina los créditos, recordándonos siempre el precio de la libertad y la amenaza que acecha en la sombra del entretenimiento.

Nota: 8/10