Pesadilla en Elm Street 4 El amo del sueño (1988)

“Pesadilla en Elm Street 4: El Amo del Sueño” es, con perdón, un respiro forzado en una saga que, en su apogeo, era una verdadera pesadilla para el cine de terror. La película, dirigida por Wes Craven, que al principio lucía prometedor, termina siendo un ejercicio de ideas desordenadas y, para mi sorpresa, una oportunidad perdida para explorar el universo onírico de Freddy Krueger con mayor profundidad.

La premisa, en principio, resulta interesante: Kristen, la protagonista de la entrega anterior, descubre que puede proyectar sus propias habilidades en los sueños de los demás. Este poder, que concede a su amiga Alice, se convierte en el catalizador de una nueva ola de terror. Sin embargo, Craven no se atreve a explorar las implicaciones psicológicas de este fenómeno. La película se centra demasiado en la acción y en el susto rápido, relegando cualquier ambición de construir una narrativa más sólida. Los sustos, aunque abundantes, se sienten repetitivos y predecibles, desconectando al espectador del horror de manera efectiva. La dirección, a pesar de los momentos visualmente impactantes – Craven siempre ha sido un maestro del diseño de terror – se siente un poco apresurada, como si se guiara más por el tiempo de ejecución que por la construcción de la atmósfera.

Las actuaciones son decentes, con Jackie Earle Haley como Freddy Krueger manteniéndose como el núcleo de la película. Su presencia es amenazante, aunque su caracterización se simplifica en comparación con las entregas originales. Ryan Phillippe como Alice demuestra un rendimiento competente, pero su personaje carece de profundidad y su arco narrativo es superficial. El resto del reparto, incluyendo a Johnny Depp en un papel secundario, no dejan una impresión memorable. A veces se siente que los actores están actuando en un escenario de un videojuego, más que viviendo una experiencia emocional.

El guion es donde la película realmente falla. Presenta conceptos interesantes – la posibilidad de entrar en los sueños de los demás y la creación de un "mundo paralelo" onírico – pero los explora de manera frágil. Las motivaciones de Freddy se sienten vagas y sus acciones, en ocasiones, carentes de lógica. El uso de las "formas" – las representaciones del miedo de los personajes proyectadas en los sueños – es a veces incoerente y carece de la elegancia visual que caracterizó a las primeras entregas. Se intuye la intención de profundizar en la psique de los personajes, pero la película abandona el territorio de la introspección por el camino de la acción frenética.

En definitiva, “Pesadilla en Elm Street 4: El Amo del Sueño” es una película olvidable, que no alcanza el nivel de las entregas originales. Aunque ofrece algunos momentos de terror genuino, su guion deficiente, sus actuaciones superficiales y su dirección desapasionada la convierten en una decepción para los fanáticos de la saga. La película no logra revitalizar el universo de Elm Street y, por ello, resulta un mero esfuerzo por mantener la franquicia en marcha.

Nota: 5/10